Es el centro
descentrado de la ciudad, un espacio único y universal que nunca duerme. La Puerta del Sol de Madrid es
estancia, zaguán distribuidor que te puede llevar, o dejar ir, siguiendo hacia
el oeste, a la Plaza
de Ópera utilizando la calle Arenal, con una parada en san Ginés.
En el callejón de san Ginés hay una librería de viejo, de libros usados.
Ocupa un pequeño rincón: quiere ser un chiscón saturado de papel viejo, amarillento,
ámbar. Dentro del callejón, un poco más arriba, está la chocolatería de san
Ginés, un establecimiento con reminiscencias ochocentistas. Es imperdonable no
tomarse un chocolate con churros o porras, esencia de un hambre antigua: masa
de harina frita para llenar el estómago.
La iglesia de san Ginés era y es
templo católico de y para ricos, con sus menesterosos a la puerta. Los
adinerados pueden ejercer la caridad, descargar su mala conciencia con unas
pocas monedas. Es lo que se llama caridad, muy importante para los cristianos:
demuestran buenos sentimientos hacia los desgraciados que, por no tener, no
tienen ni que llevarse a la boca.
Madrid,
viernes 4 de enero 2013.
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