miércoles, 27 de agosto de 2014

VICENTE GINER, EL ÚLTIMO EDITOR ANARQUISTA




ENTREVISTA [Publicada en Carta de España Nº 442. Febrero 1991. Págs. 12 y 13]

Vicente Giner:

“CREO QUE SOY EL ÚLTIMO EDITOR

INDIVIDUAL QUE QUEDA EN EL PAÍS”


Valenciano, republicano, editor, Giner es un archivo viviente de nuestra historia cultural y política. Es de los que no se casa con nadie y le gusta llamar a las cosas por su nombre, aunque moleste. La edad no le ha quitado lucidez ni rebeldía.

Vicente Giner nació en Valencia, pero es en Madrid, cerca de la Plaza de Isabel II, donde tiene su editorial, y en ese mismo casco antiguo, donde se encuentran las librerías de viejo, donde tiene su vida. Sus opiniones sobre el mundo del libro y la política son corrosivas, peo él es así, enérgico e individualista.
            “Llevo 36 años como editor y 50 en el mundo del libro. Creo que soy el último editor individual que queda en el país, los demás son apoderados, hijos y gerentes. Yo soy individual, capaz de llevar libros a las librerías si tengo un montón. Jamás he tenido asesores literarios y he fabricado casi todos los libros que he publicado, me los he autodirigido y creo que eso tiene un mérito. Tengo libros, pero no dinero, aunque en este oficio nadie tiene dinero”.
            –¿Por qué se dedica a los libros?
            –Por la guerra civil, porque los que la perdimos teníamos que hacer algo para ganarnos la vida, y yo no tengo ninguna vocación de ser empleado del Estado, ni de la provincia, ¡ni de nadie! Empecé vendiendo libros a particulares y ahí nació mi vocación como editor. Edito libros de otros, pero que invento yo. Nadie ha venido a traerme un original, yo los encargo. También he reeditado libros antiguos, como el “Madoz” o “La historia de la montería”, pero todo lo que es moderno me lo he inventado yo.
            –¿Es una experiencia grata ser editor?
            –Es una aventura, una tenacidad y una vocación, porque yo tenía que estar jubilado. Es una experiencia grata si uno está mentalizado; es ingrata porque no da dinero, pero da más satisfacción y más vanidad poder decir que uno es editor antes que comerciante de corcho o carnicero. Da esa satisfacción y que tienes más acceso a la sociedad con una tarjeta de editor que de carnicero.
            –Usted siempre ha tenido a gala ser un hombre libre, de hacer y decir lo que ha querido y sobre quien ha querido…
            –He procurado no ofender a nadie, pero ser libre tiene un precio, porque el mundo está lleno de compadres y de horteras, y se cobijan unos a otros y se dan alcoba. Yo no me he dado a nadie.
            –Le acusan de ser agrio, de tener mal carácter…
            –Eso es mentira. Quieren que sea contemplativo y yo no soy contemplativo ante nadie. Es muy habitual en España que se hable bien de los amigos, aunque sean tontos; y se hable mal de los que no son amigos. Es una injusticia y lo que hay que hacer es decir: no es amigo mío, pero tiene talento. Pero eso no es corriente: en España se compadrea, se “alcaponea”.
            –Esa afirmación es muy fuerte…
            –No hay espíritu de justicia. Es así. Aquí reina la mediocridad. Yo recuerdo a personas, y no doy nombres porque han muerto, que les llegó la popularidad treinta años después de morir, y me carcajeo de esa gente que ha pasado como patriarcas de las letras españolas.
“Ser editor es una aventura, una tenacidad y una vocación,
porque yo tenía que estar jubilado. Es una experiencia grata
si uno está mentalizado; es ingrata porque
no da dinero, pero da más satisfacción
y más vanidad poder decir que uno es editor
antes que comerciante de corcho o carnicero”.

            –¿No ha pensado en escribir sus memorias?
            –En el homenaje que me dieron el año pasado por mis cincuenta años de profesión, José Ortega Spotorno dijo que volvería a ser editor si yo me comprometía a escribir mis memorias, pero no lo voy a hacer, porque yo no sé contar mentiras y saldría mucho burro que no lo sabe.
            –¿Hay muchos tópicos… muchos olvidos tal vez?
            –Totalmente. Le puedo hablar de cuatro o cinco personas que no tienen traducción al mundo, como el creador de la Enciclopedia España, que fue albañil y repartidor de novelas por entregas. El autor de una obra inconclusa: la Enciclopedia de García Carranza, de Heráldica, que trabajó durante 45 años y publicó 48 tomos, viajando por América él y la enciclopedia. Eso es único.
            –Y a usted, ¿cómo se le puede valorar dentro del mundo editorial, como un fenómeno raro?
            –No. Nada de fenómeno raro. Soy un hombre que tiene como vocación el libro, que no tiene como vocación el dinero. Y por eso siempre he hecho lo que me ha dado la gana.
            –Pero eso no se perdona.
            –No es que no se perdone, es que se envidia.
            –¿Cómo es su relación con los libreros?
            –Hombre, los libreros en el fondo son comerciantes que tienen cierta devoción por el libro, pero la tienen más por el comercio; y como es un comercio pobre, siempre están piando. No quieren arriesgar nada y muchas veces creen que porque te venden un libro, tú, como editor, te salvas. Y el editor se salva cuando vende de mil en adelante y punto.
            –¿Tiene algún libro de cabecera, alguna obra con la cual se identifique?
            –Ninguno y todos. Yo tengo 8.000 volúmenes en mi biblioteca, mi oficina parece una librería de lance, pero no tengo libro de cabecera.

“Los libreros en el fondo son comerciantes que
tienen cierta devoción por el libro, pero la tienen más
por el comercio; y como es un comercio pobre,
siempre están piando. No quieren
rriesgar nada y muchas veces creen que porque te
venden un libro, tú, como editor, te salvas”.

            –¿Cómo ve usted el mundo editorial actual?
            –La verdad es que yo tengo poca relación con los editores, salvo con alguno modesto que empieza, ni soy de la Cámara del libro siquiera, porque cuando pedí entrar se me dijo: “Haga usted una instancia y dentro de dos meses le contestaremos”. Y yo les dije que entonces llevaba veinte años en la profesión y que automáticamente debería estar asociado… pero no. No soy de la Cámara y esa cuota que me ahorro.
            –De puro independiente…
            –Es que a mí cuando me ponen un obstáculo en una cosa que no me es indispensable, siempre digo que todo lo caro sobra.
            –Esa filosofía tiene hoy poco éxito…
            –Pues claro, todos van a ver si les dan un carguito y hacen un discursito y algo así.
            –Entonces podemos decir que el editor vocacional ha desaparecido…
            –Sí, sí. Ha desaparecido como el relojero, como casi todas las profesiones. Vivimos en una sociedad de multinacionales, de grandes empresas, de ejecutivos, y el editor individual, como yo, desaparece, como todo individualismo. La gente busca seguridad y la seguridad se cargó el individualismo. Yo, si me mantengo como estoy, no pienso jubilarme. Renuncio a la pensión.

“Cela es un escritor y el Nobel es un premio que dan
personas. El señor Cela se ha trabajado
todo esto con una tenacidad gallega y lo quería
por vanidad y por el dinero. Lo del Nobel
lo está explotando como un invento de magia”.

            –Cambiemos de tema. ¿Cree que hay buenos novelistas en España?
            –Pues la verdad, no lo sé. Yo leo pocas novelas y no es que me haya quedado con Baroja. Me he quedado con Sender, con Carranque de Ríos y con esa generación que podríamos llamar de la dictadura.
            –En esa generación se pueden incluir nombres como Camilo José Cela o Rafael Sánchez Ferlosio. ¿Qué piensa de ellos?
            –Cela es un escritor y el Nobel es un premio que dan personas. El señor Cela se ha trabajado todo esto con una tenacidad gallega y lo quería por vanidad y por el dinero. Lo del Nobel lo está explotando como un invento de magia. En cuanto a Sánchez Ferlosio, éste sí que escribía bien. Yo leí su primer libro “El Jarama”, cuando fue premiado; después no le he leído, pero escribía muy bien. Tenía capacidad de observación, cosa que no tiene Cela.
            –Entre los libros editados por usted hay obras excelentes, pero seguro que alguna habrá que le hubiera gustado editar y no lo hizo…
            –Solamente me hubiera gustado editar dos libros: “El viaje por España”, de Laborde; y “Los monumentos de España”, de Villa-Amil[1], que son libros que hoy se cotizan a millón y medio los pocos ejemplares que quedan. Pero creo que nunca los editaré, ni asociado con un banco. No, porque el banco eso no lo vería.

Pablo Torres
Foto: Diego Martín

NOTAS SOBRE LA ENTREVISTA:
Estaba en la Librería de La Escalinata, en Madrid, con mi buen amigo Diego Martín. Llegó don Vicente Giner y empezamos a hablar. Y decidí entrevistarle para Carta de España y para Noticias Bibliográficas. Don Vicente, entrado ya en muchos años, tenía ganas de hablar; aunque no se atrevió a decir todo lo que le hubiera gustado decir. Sabía que estaba en España, un país que no tolera la inteligencia; un país donde la mediocridad y sus mediocres dan miedo...
            Fuera de micrófono sí que despotrico contra todos esos “intelectuales orgánicos” de pasado republicano, que se pasaron al franquismo y que, con la recuperada democracia, se presentaban como “demócratas de toda la vida”. Tuvo palabras muy duras contra Camilo José Cela, del que lo más suave que dijo era que todo lo que escribía eran astracanadas de mal gusto; y contra Pedro Laín Entralgo, del que afirmó literal y contundentemente: “Ese es un traidorzuelo de los que iban a El Pardo al besamanos de Franco”.

“Es muy habitual en España que se hable bien
de los amigos, aunque sean tontos; y se hable mal
de los que no son amigos. Es una injusticia
y lo que hay que hacer es decir: no es amigo mío,
pero tiene talento. Pero eso no es
corriente: en España se compadrea, se “alcaponea”.

En su momento no quise ponerlo en la entrevista, por ser palabras que dijo fuera de micrófono. Y hay que respetar la voluntad del entrevistado, sin traicionarle. Hoy, desaparecidos los mencionados –excepción de Ferlosio– entiendo que puede y debe decirse.
            Especifico que no tengo la grabación de la entrevista, como no tengo otras grabaciones con otros muchos personajes de mérito. Muchas de las grabaciones las he extraviado o perdido: no he sido muy cuidadoso con ese material documental, quizá porque nunca pensé que mis entrevistas pudieran atravesar el tiempo o interesar a alguien en el futuro. Siempre me he preocupado en hacer mi trabajo bien, al margen de posteridades.
            Espero y deseo que la entrevista sea de utilidad para algunos lectores, bibliófilos o bibliógrafos, curiosos en general. La cultura en España no interesa a demasiada gente. Lo que me dijo don Vicente Giner hace 23 años puede decirse de la España actual: apenas hemos cambiado, o hemos cambiado a peor: sólo hay que echar un vistazo a la Prensa, digital o en papel. Y un párrafo nos dice que seguimos en las mismas:
“Es muy habitual en España que se hable bien de los amigos, aunque sean tontos; y se hable mal de los que no son amigos. Es una injusticia y lo que hay que hacer es decir: no es amigo mío, pero tiene talento. Pero eso no es corriente: en España se compadrea, se “alcaponea”.

Pablo Torres
Madrid, miércoles 27 de agosto 2014.




[1] Jenaro Pérez Villa-Amil.

sábado, 5 de abril de 2014

MIGUELETES DE AÑIL Y CAL (7)



LA GUERRA CIVIL EN MIGUEL ESTEBAN

Milicianos de Quintanar de la Orden, pueblo próximo
a Miguel Esteban, partiendo hacia los frentes de guerra. Foto: Arnau (reservados los derechos)

Desde que las derechas perdieron las Elecciones Generales de febrero de 1936, se puso en marcha la gran conspiración para acabar con la República y la democracia. Esa conspiración militar, para conseguir el poder con las armas –no podían conseguirlo en las urnas–, estaba apoyada por los partidos políticos de las derechas, incluido Gil-Robles como está demostrado; y por los grandes terratenientes y clero católico [1].

El mes de julio de 1936 estuvo condicionado por el ruido de los conspiradores desde sus cuarteles e iglesias católicas, en sus maniobras golpistas poco disimuladas. Todos parecían conocer la trama golpista, todos menos el Gobierno. Los obreros, a través de sus entidades y sociedades, se preparaban para lo que era un secreto a voces: hacían llamamientos a organizarse y defenderse con armas de los fascistas ante la inminencia de un golpe de Estado.
En Miguel Esteban los integrantes más reaccionarios de las derechas conspiraban y preparaban el asalto al Ayuntamiento. En la conjura golpista estaban los derechistas más señalados: Remigio Cantos Garay, carpintero de oficio, de 44 años, jefe local de Falange Española; Francisco Cambronero, posiblemente el más grande hacendado de la villa; Julio Gadea Abad, contratista de obras públicas, que hostigaban sin cesar a los trabajadores (peones camineros); Cristóbal Boussinet Garay, del partido católico-derechista Acción Popular, y su hermano Alejandro; los hermanos Ramírez Checa, Clemente, Jesús y Julián; Pedro Ramos Torija, prestamista, gran hacendado; Leopoldo García-Pando Alarcón, de larga militancia derechista… más otros personajillos de segunda fila, sicarios dispuestos a todo a cambio de beneficios económicos.
Ante la inminencia del golpe de Estado, ordenaron al alcalde, Genaro Torres Araque, que se trasladara a Madrid por motivos de seguridad. El alcalde viajó hasta la capital, acompañado de Paulino Argumánez, representante en el Ayuntamiento del Partido Comunista; y Benigno Rodrigo Contreras, médico de la población, en esos momentos militante de algún partido  de izquierdas.
            El golpe de Estado lo iniciaron los oficiales “africanistas” desde las plazas del norte de África, el 17 de julio, con el general Mola como primer sedicioso. Pero el golpe de Estado, desarrollado a partir del 18 de julio en la península, fracasó en media España por la fuerte resistencia de los sindicatos y obreros. Fue el inicio de la guerra civil.
UN DÍA DE FURIA.- Los sediciosos de Miguel Esteban –tenían varios arsenales de armas, bajo las escaleras de una fragua y en las casas de algunos terratenientes–, que tenían como objetivos hacerse con el poder municipal y después fusilar al mayor número posible de izquierdistas, según una lista que les encontraron, se organizaron en dos grupos. El jefe local de Falange Española, Remigio Cantos Garay, tras comprobar el fracaso del golpe de Estado de Mola, Franco y otros oficiales “africanistas”, se atrincheró en su casa, armado. El otro grupo se atrincheró con armas de fuego en la fragua de Los Moreno. Conocían las carencias de fuerzas municipales para reducirles y mantenerles, con el agravante de que los guardias civiles de la localidad abandonaron su puesto para sumarse a las fuerzas del sedicioso Moscardó, en Toledo.
            El alcalde de Miguel Esteban regresó el lunes 20 de julio a la población, con el objetivo de desarmar a los sediciosos y mantener el orden. Y trató de hacerlo, de forma pacífica. Para poder desarmar a los sediciosos, pidió refuerzos: milicianos de La Puebla de Almoradiel y Corral de Almaguer llegaron a la población en camiones para ayudar a mantener el orden constitucional. Se trasladaron hasta el domicilio de Remigio Cantos Garay, indicándole que depusiera su actitud y entregara las armas. La respuesta del rebelde fue disparar, parapetado desde el interior de su casa, contra el jefe de Milicias de La Puebla, Juan Roda Rubio, situado en la puerta de su domicilio esperando a que se entregara.
            El cobarde asesinato del miliciano Juan Roda Rubio provocó un día de furia [2]. El resto de milicianos respondieron al fuego con fuego, en un intenso tiroteo. En el intercambio de disparos fue abatida Carlota Cartas Pérez, cuñada de Remigio Cantos, que era el jefe local de Falange Española. Finalmente los milicianos sofocaron la intentona sediciosa, deteniendo a los implicados. Pero a los detenidos les encontraron una lista con los nombres de los izquierdistas que iban a asesinar: la lista y la muerte de Juan Roda Rubio sería el detonante para que el mismo lunes día 20, en la plaza del Ayuntamiento fueran ajusticiados cuatro sediciosos: Eusebio Novillo Muñoz, jefe de Milicias de Falange; Santiago Moreno Lara, reseñado como estudiante; Julián Moreno Medina, padre de Santiago; y Antonio Puente Boga.
El asesinato perpetrado por el jefe local de Falange, en colaboración con su cuñada Carlota Cartas Pérez, tuvo la respuesta judicial que pudo darse, en unos días en que todo estaba por decidir. En el juzgado de Quintanar de la Orden se abrió el sumario número 81, iniciado el 21 de julio:
“Homicidios a virtud del oficio del juez municipal de Miguel Esteban porque en el día de ayer, al hacer un registro en la casa de Remigio Cantos Garay, desde la que se hizo un disparo matando a Juan Roda, de la Puebla de Almoradiel, resultando también muertos Eusebio Novillo, Santiago Moreno, Julián Moreno Medina y Antonio Puente Boga”. La causa sería remitida al Juzgado Especial para actos de rebelión el 5 de septiembre de 1936” [3].
Entre los días 20 y 30 de julio de 1936 se produjo la detención de los principales rebeldes, de unas pocas y conocidas familias: los Boussinet Garay y los García-Pando Alarcón, muy activos derechistas; los hermanos Ramírez Checa, tres peligrosos individuos, políticamente muy activos; los Yébenes, en sus dos ramas, Muñoz y Lara
Superados los primeros días de confusión, controlada la intentona golpista; en Miguel Esteban, se creó el Comité de Defensa, para restablecer la legalidad republicana contra la barbarie fascista, en una situación de guerra civil, con distintas funciones: control social y político de la población y la colectivización de las casas y tierras –expropiaron el uso, no la propiedad–. La función básica del Comité de Defensa era garantizar el trabajo en la retaguardia y producir alimentos para la población y para los soldados que luchaban en los distintos frentes de guerra.
Milicianos en un control de carreteras. Foto Arnau (reservados los derechos de copia)

LA CNT TOMA MIGUEL ESTEBAN.- En Miguel Esteban antes de la guerra civil, el sindicato obrero CNT nunca tuvo excesiva presencia, ni demasiados afiliados. Sin embargo, está documentado el caso de un reconocido grupo de derechistas, políticamente muy activos contra la República, se afiliaron el 3 de diciembre de 1936, unos meses después del golpe de Estado, al sindicato obrero CNT (Confederación Nacional del Trabajo). El objetivo: infiltrados, escondida su auténtica identidad política, solapados de izquierdistas para poder moverse con tranquilidad, conspirar contra la República. Para afiliarse a la CNT tuvieron que viajar furtivamente a Madrid, desobedeciendo las órdenes del alcalde de la población. Y a su regreso a Miguel Esteban, los nuevos cenetistas asaltaron la sede del sindicato socialista UGT.
            El asalto de los nuevos “cenetistas” a la sede de la UGT tendría graves consecuencias. Ordenada la detención de los asaltantes para esclarecer los hechos, uno de ellos, Juan Flores Torres, tendría un enfrentamiento con Paulino Argumánez que acabaría a tiros. Juan Flores resultaría muerto. Su hermano Clemente escaparía y llegaría hasta Alcázar de san Juan (a 18 kilómetros al sur de de Miguel Esteban) para informar a sus “compañeros cenetistas” deformando los hechos y presentándose como víctimas. Y no tuvieron mejor ocurrencia que reunir a varias decenas de anarquistas, trasladarse en camiones hasta Miguel Esteban y tomar militarmente el pueblo, en un acto de sedición. Los hechos que desembocaron en la toma de Miguel Esteban fueron los siguientes:
            El día 1 de diciembre de 1936 un grupo de albañiles, afiliados a la UGT, sin la autorización del alcalde viajan a Madrid. Se afilian a la CNT y con sus nuevos carnets regresan, el 3 de diciembre, a Miguel Esteban y asaltan la sede de la UGT. Se ordena su detención, para investigar los hechos. Cuando Juan Flores Torres es conducido al depósito carcelario, se encuentra con Paulino Argumánez. Se establece una fuerte discusión, que degenera en enfrentamiento: Juan Flores dispara contra Paulino, sin alcanzarle, que repele la agresión. Juan Flores Torres muere [4]. Su hermano Clemente escapa hasta Alcázar de san Juan, informando a la CNT de forma parcial y sesgada, alterando la realidad.
            El 4 de diciembre de 1936 Miguel Esteban es invadida militarmente por seudo-anarquistas de la CNT, llegados de Alcázar de san Juan en tres camiones. Actúan con gran violencia contra la población civil y destrozan la iglesia y gran parte del mobiliario del edificio religioso, incluido un valioso órgano. La llegada de varios camiones de Guardias de Asalto, enviados por el Gobernador Civil de la provincia, evita una matanza de civiles a manos de los incontrolados de la CNT, que actuaron como auténticos sediciosos. El responsable del sindicato en Alcázar de San Juan, Matías Jiménez Segovia [5], además de interrogar ilegalmente al alcalde de Miguel Esteban y ordenar registros y otras acciones, interviene el arma que había disparado Juan Flores: la hizo desparecer [6].
PROCESAMIENTO DE PAULINO ARGUMÁNEZ.- Los anarquistas de la CNT, a partir de mayo de 1937 se desentienden de los frentes de guerra: abandonan los puestos y se mueven en las retaguardias en actuaciones que sólo favorecían al bando sedicioso de Franco. En Miguel Esteban se comportaron de igual forma: Clemente Flores Torres denuncia al alcalde de Miguel Esteban, por supuesta detención ilegal; y a Paulino Argumánez, por la muerte de su hermano Juan, conocido falangista antes de producirse la guerra civil.
            Sobre la supuesta detención ilegal de Clemente Flores y otros “cenetistas”, se les informó que el alcalde de Miguel Esteban tenía potestad para ordenar su detención, por ser la máxima autoridad municipal. No hubo, por tanto, detención ilegal. Y procedieron a procesar a Paulino Argumánez: se tomaron decenas y decenas de declaraciones, se practicaron pruebas… hasta se desenterró a Juan Flores para comprobar las causas de su muerte. Y se juzgó a Paulino Argumánez en Madrid, a partir del 5 de octubre de 1937. El Jurado le declaró inocente y fue absuelto.
UN PERSONAJE SINIESTRO.- El sindicato CNT-Madrid envió a Miguel Esteban a Lorenzo Baldominos, anarquista presuntamente muy revolucionario que, lejos de limpiar el sindicato de derechistas y falangistas, les apoyó: fomentó la separación política municipal, impidió cualquier acuerdo de las izquierdas en el Ayuntamiento, envenenó las relaciones políticas y sindicales y permitió conspiraciones y otros desmanes. Es imposible que desconociera la existencia de un depósito de armas de guerra en la sede del sindicato anarquista. Culminó su calamitosa actuación fabricando informes malintencionados, denunciando a dirigentes de la izquierda: únicamente estaba bien lo que proponía la CNT, que normalmente no proponía nada. No quería ningún tipo de acuerdos, en nada. Y criticó hasta una función de teatro  realizada para recaudar fondos para el Socorro Rojo Internacional (SRI).
UN ARSENAL EN MANOS DE LA CNT.- Ángel Puente Alonso, Clemente Flores Torres, Rufino Martínez Lara y Adolfo Cejudo Ramírez, derechistas camuflados de sindicalistas anarquistas de la CNT, fueron detenidos en octubre de 1937 después de que se descubriera que tenían armas de guerra ocultas en el local del sindicato. También fue detenido Pedro Zarza Patiño, puesto en libertad poco después de su detención. Lorenzo Baldominos, responsable del sindicato anarquista, según él, no se enteró nunca de nada.
En diez meses los falangistas infiltrados lograron hacerse con todo un arsenal para una población de unos 3.500 habitantes: 11 fusiles, una pistola (marca) Star, una caja con cartuchería de caza de varios calibres, cinco bombas de mano y 12 peines con cápsulas (balas) de fusil. Incomprensiblemente no fueron fusilados. Las autoridades de la República les abrieron un proceso, interrogándoles en Ocaña, entonces capital de la provincia de Toledo. No pasaron ni medio año de cárcel. 

Un informe de la Guardia Civil, de noviembre de 1942, demuestra que los más activos derechistas, algunos de Falange Española, se refugiaron en la CNT para actuar contra la República y erosionar la convivencia. Lo firma el comandante de puesto, José Nevado Borreguero y dice:

“Consecuencia de tales asesinatos y otros acontecimientos de despiadada vileza [7] se inicia en el vecindario un profundo malestar, que aprovecha la ocasión de la constitución de la CNT donde se cobijan la mayor parte de los elementos de derechas, desde la cual inician una ardua y perseverante campaña contra los desmanes cometidos por el mal llamado Frente Popular”.

TROPAS DE LÍSTER EN MIGUEL ESTEBAN.- Gracias a las denuncias e informes falsos de la CNT-Miguel Esteban, sabemos que hubo tropas de Líster en Miguel Esteban. Un escrito fechado el 24 de noviembre de 1937, firmado por Lorenzo Baldominos se titula:
“Informe de los hechos acaecidos en el pueblo de Miguel Esteban desde que llegó a éste una parte de la Brigada del Quinto Cuerpo del Ejército, la cual es mandada por un comandante que se llama Modesto”. En otro informe titulado “Informe de la Asamblea mitín celebrada… el día 23 de diciembre en el salón Pasionaria” dice abiertamente: “Este acto ha sido organizado por el Comandante y el Comisario del Batallón Especial de Ametralladoras del Quinto Cuerpo de Ejército, que se encuentra actualmente en este pueblo…

LA MUERTE DE REGALADO NIETO.- Puesto en libertad, Paulino Argumánez volvería a comportarse de forma violenta, protagonizando otro incidente, en el que resultaría muerto Regalado Nieto. El 21 de diciembre de 1937 Paulino Argumánez y Regalado Nieto, los dos militantes del Partido Comunista, se trasladaron hasta la Bodega de Cambronero. Discutieron: Paulino le disparó tres veces, matándole. Las causas de la discusión parecen estar en diferencias sobre las cuentas de la colectividad: Paulino no justificaba los gastos. La defensa de Paulino, llevada por José María Rodríguez de Rivera y Muriel, del Frente Popular, trató de demostrar que la muerte de Regalado fue accidental: pretendía que Paulino y Regalado probaban una pistola, que se disparó accidentalmente. No lo pudo probar. Paulino Argumánez sería condenado “como autor responsable de un delito de asesinato cualificado por la premeditación y en el que concurre la circunstancia agravante de alevosía, a la pena de QUINCE AÑOS DE SEPARACIÓN DE LA CONVIVENCIA SOCIAL que extinguirá en una Colonia de Trabajo…”.

SE ACERCA EL FINAL.- El año de 1937 se cerraba con el inicio de la ofensiva republicana sobre Teruel, iniciada el 15 de diciembre. La ciudad es tomada el 8 de enero. Pero el 22 de febrero de 1938 vuelve a poder de los sediciosos. El revés es consecuencia de la desigualdad de fuerzas entre republicanos y franquistas. Alemania e Italia incrementaban sus ayudas a Franco, mientras que Francia e Inglaterra seguían maniatando a la República con su “política de no intervención” (en ayuda de la República).
La suerte de la guerra y de la República se jugó finalmente en la Batalla del Ebro, iniciada con una ofensiva republicana el 25 de julio. La batalla del Ebro fue la mayor de cuantas se libraron en la Guerra Civil, desarrollándose en la zona occidental de la provincia de Tarragona y en la parte oriental de la provincia de Zaragoza. Mientras se jugaba el futuro de España, el 21 de septiembre, en un discurso en la sede de la Sociedad de las Naciones, Negrín anunciaba la retirada de las Brigadas Internacionales: el 28 de octubre se despedían de España, desfilando por las calles de Barcelona (el propósito de Negrín era resistir: sabía que la gran guerra europea estaba próxima: era la única oportunidad de la República). El 16 de noviembre, tras cuatro meses de heroica resistencia, las tropas republicanas volvían a cruzar el río Ebro en retirada. Muchos entendieron que la guerra estaba perdida y la República acabada.
Los tres primeros meses de 1939 supusieron la desintegración total de la República, el triunfo del fascismo internacional en España. El 26 de enero de 1939 caía Barcelona, sin que los republicanos opusieran la menor resistencia. La guerra estaba perdida. Los sueños de libertad y democracia, de progreso, que representaba la República habían sido rotos en mil pedazos por el fascismo. El 27 de enero de 1939 se iniciaba un éxodo de 200.000 civiles hacia Francia, el mayor de la historia de España, que huían aterrorizados de las tropas de Franco. El éxodo se prolonga hasta el 10 de febrero, con otros tantos cientos de miles de soldados de la República (miles y miles de republicanos se quedaron atrapados en Alicante, sin poder escapar por el puerto: no había suficientes barcos).
         Los franquistas entrarían en Madrid el 28 de marzo. No habría combates. Oficialmente Franco proclama el 1 de abril el final de la guerra civil. Significó el comienzo de una larguísima noche de terror genocida, el inicio de una dictadura feroz y sanguinaria que duraría 38 años. La guerra no había terminado: empezaba la más brutal venganza franquista.

NOTAS:

[1] Los sediciosos sacaron de Toledo, días antes del golpe de Estado, al cardenal primado de España, el catalán Tomás y Gomá. Sus escritos llamando a la guerra civil son muy conocidos.

[2] Una gran parte de los hechos ocurridos en Miguel Esteban, durante la Guerra Civil, están descrito en Los años oscuros en Miguel Esteban. Represión y fascismo en Castilla – La Mancha. Pablo Torres. Editorial Almarabú, Madrid 2008, España. En la próxima edición añadirá otros episodios que desmontan todas las mentiras de la derecha.


[3] Libro de Registro de sumarios. Juzgados de Quintanar de la Orden (Toledo)
[4] Este esforzado “anarquista” fue declarado mártir por la iglesia católica. Se puede comprobar en el “Martirologio de Cuenca”.
[5] Fue fusilado por los franquistas en Alcázar de san Juan tras la guerra civil.
[6] Del artículo “Paulino Argumánez, un personaje desconocido y maltratado”. Cuadernos Migueletes, Nº 1. Septiembre 2010 – Marzo 2011. Todos los hechos relacionados con la muerte de Juan Flores y la toma militar de Miguel Esteban están en el proceso que se siguió en 1937 contra Paulino Argumánez (Archivo Histórico Nacional. Signatura FC-CAUSA_GENERAL, 52, EXP. 14).

[7] Nunca especificados, por supuesto.

ESPECIFICACIÓN.- Los comentarios que llegan al blog se someten a moderación. Se rechazan los que no van firmados (los que quieran opinar deben identificarse, o permitir su identificación). No se permiten injurias o falta al respeto a las víctimas del franquismo... Defendemos la libertad de expresión, negándonos a dar espacio a los quieren dejar muestra de su fanatismo o rencor.





 

lunes, 17 de marzo de 2014

EL 11-M DIEZ AÑOS DESPUÉS. LA PRENSA ANTE LOS GRANDES ATENTADOS





En el mayor atentado terrorista contra civiles, registrado en Nueva York (Estados Unidos de Norteamérica), el 11 de septiembre del 2001, cuando dos aviones de pasajeros fueron estrellados contra las torres gemelas, las más alta de la ciudad, la Prensa norteamericana no quiso los ciudadanos vieran una sola imagen de las víctimas: sin que nadie se lo pidiera, o quizá en nombre de una parte de sus lectores a los que determinadas imágenes hieren su sensibilidad, asumió el control de las fotografías, para supuestamente proteger a la población. Se les negaba la visión de ciertas escenas de la realidad más brutal para, según esa Prensa, no herir sensibilidades y evitarles sufrimientos o estados emocionales traumáticos.
            El 16 de marzo del año 2003, se produjo la llamada Cumbre de las Azores, en la que participaron el presidente estadounidense George W. Bush; Tony Blair, presidente del gobierno británico; José María Aznar, presidente del gobierno español; y el portugués José Manuel Durao Barroso… Los señores Blair, Aznar y Durao Barroso recibieron después importantes prebendas internacional, quizá como recompensa a su apoyo a la intervención militar norteamericana. Aquella cumbre fue el pórtico a la ilegal invasión de Iraq, no autorizada por la ONU, realizada entre el 20 de marzo y el 1 de mayo del 2003, a partir de la gran mentira de la posesión de armas de destrucción masiva en poder de Sadam Hussein, dictador en Iraq. Y pudimos ver todo un espectáculo de muerte y destrucción, quizá porque las víctimas no eran occidentales. No se ahorraron imágenes de aquel horror: ¿los bombardeos selectivos de la aviación norteamericana, no hería la sensibilidad de esos lectores que escriben cartas de protesta a los periódicos?
El atentado del 11-M en Madrid, España, el jueves 11 de marzo del 2004, hace ahora diez años, dejó a la sociedad española conmocionada, traumatizada: 191 muertos y miles de heridos, físicos y psíquicos. El fanatismo islamista utilizó la excusa de la guerra de Iraq, proporcionada por José María Aznar, para atentar contra el pueblo de Madrid, que había rechazado abiertamente la guerra en múltiples manifestaciones. Una de las fotografías hechas en aquel escenario bélico, junto al Polideportivo de la calle Téllez, permitió ver la realidad y esencia terrorismo: muerte y destrucción, nada más. Pero en esa misma fotografía, bien analizada, se pudo y se puede ver vida y solidaridad: unos ayudaban a otros para salir de aquel escenario de guerra.
Sobre las secuelas del atentado del 11-M, una década después, mis reflexiones se resumen en distintas preguntas, con diferentes respuestas: ¿debemos vivir en duelo permanente, atrapados en un sufrimiento estéril que nos impide analizar las contradicciones de nuestra sociedad; o debemos vivir pausados, sin olvidar a las víctimas, atentos a decisiones políticas que nos pueden condicionar la vida y originar catástrofes o destrucción de países? En la visión individual sobre los efectos en cada víctima, con nombres y apellidos, sé perfectamente que hay casos de imposible recuperación social; personas que jamás superarán la pérdida de un padre, de hijo, de un hermano, de un amigo. El atentado del 11-M les ha dejado secuelas psicológicas que marcarán negativamente el resto de su vida, pero esos casos no deben condicionar la recuperación del mayor número posible de víctimas y su integración total en la sociedad. Casi diría que trabajar por la recuperación social y psicológica de las víctimas es una obligación. No se puede vivir en un estado permanente de duelo, asustados, aferrados al dolor.
            El 7 de julio del año 2005 los islamistas atentaron en Londres, en el Metro y contra un autobús. Hubo 56 víctimas mortales y 700 heridos. Era la respuesta islamista por el apoyo del seudo-socialista Tony Blair a la invasión de Iraq, no autorizada por la ONU. Las autoridades inglesas y la Prensa impidieron ver las imágenes de aquel horror. Los ciudadanos una vez más fueron manejados como asustados adolescentes a los que había que proteger, negándoles las instantáneas del atentado islamista. ¿Qué derecho tiene la Prensa a ocultar la realidad en sus aspectos más traumáticos?
Negar o disfrazar la realidad es un método que los norteamericanos vienen usando desde que aquellas fotografías de la guerra de Vietnam pusieron a la mayoría de la sociedad contra la guerra. Para evitar el rechazo a esas decisiones políticas que provocan guerras y terrorismos, los gobiernos se afanan en convencer a los ciudadanos de la necesidad de evitar imágenes traumáticas, para impedir que los ciudadanos choquen con la realidad, abran los ojos y reflexionen sobre la realidad de la vida, o sobre las oscuras decisiones de los políticos muy atentos a sus intereses de casta (han logrado conformar una casta social con apariencia democrática). Y cuando los medios de información esconden imágenes a los ciudadanos, para supuestamente no herir sensibilidades, manipulan con descaro la realidad y atentan contra la democracia. Pretender justificarse en el sufrimiento que las imágenes de actos terroristas provocan en las personas es una burda falacia: el sufrimiento forma parte de la condición humana. Insistir en este punto es tan cansado como demostrar lo obvio.
En las sociedades democráticas occidentales, lo normal sería tratar a los ciudadanos como personas adultas y ofrecer la realidad tal y como es, sin tapujos o manipulaciones, (la objetividad existe: los muertos están ahí, con nombres y apellidos. Otra cosa son las manipulaciones posteriores, de algún enfermo mental, fabricando delirantes conspiraciones de cercanos autores intelectuales). Los ciudadanos deberíamos tener derecho a ver el terror tal y como es, en su máxima brutalidad, sin que se obligue a nadie a mirar: ¿acaso los que miran al horror de frente y reflexionan sobre los terrorismos, sobre oscuras decisiones políticas que provocan guerras, son menos sensibles que aquellos otros que cierran los ojos y/o lloran con amargura ante las brutales imágenes de cuerpos destrozados? ¿Únicamente son sensibles al horror del terror los que cierran los ojos y se niegan a ver fotografías? El horror de las guerras no es algo nuevo. Si se echa un vistazo a “Los desastres de la guerra” (1810-1815), grabados de Goya –un hombre lúcido de su época, un ilustrado forzado a abandonar España–, que describen con toda crudeza la guerra de los españoles contra la invasión napoleónica, se advierte hasta qué punto el hombre se puede transformar en un monstruo de negras entrañas entregado a los mayores actos barbarie.
Ver la cruda realidad desmonta la realidad oficial que los gobiernos quieren imponernos, porque el terrorismo no está sólo en “ellos” frente a “nosotros”; el sufrimiento no está sólo en “nosotros”, nuestra sociedad, ni mucho menos; ni somos más sensibles que “ellos”, por muchas lágrimas que derramemos. Basta con echar unas miradas a lo que queda o han dejado de Iraq, o a lo que está pasando en Siria. El resto es pura hipocresía maniqueísta, muy propia de las sociedades occidentales: buenos frente a malos. ¿Somos “nosotros” los buenos y son “ellos” los malos?
La Prensa occidental y su paternalismo de baratillo, cuando nos oculta la realidad nos trata como adolescentes, debilitando las estructuras de las sociedades democráticas. ¿En nombre de qué o de quién hay que proteger a los ciudadanos de la realidad? Está claro que no hay que proteger a los ciudadanos censurando fotografías: hay que proteger a la sociedad de los terrorismos, en cualquiera de sus formas.

Pablo Torres
Premio Ortega y Gasset de Periodismo Gráfico 2005.