viernes, 18 de mayo de 2012

CARLOS FUENTES, PURO MEXICANO

Hace unos días falleció el escritor mexicano Carlos Fuentes, provocando una riada de artículos de Prensa en los que cada articulista, o lo que sea, en un brutal ejercicio de necrofagia literaria, se abría paso a codazos para figurar en el listado de amigos o conocidos. Porque más que hablar del muerto o de su obra, narraban su peripecia junto a Fuentes, que quedaba en segundo plano.
       Llegué hasta la obra de Fuentes a través de un buen amigo: Chema García Merino. Me prestó o me regaló La región más transparente. Fue el punto de partida hacia el conjunto de una obra excesiva de puro mexicana. Y entendí que la función social de la Literatura –no industrial o para el consumo de masas aburridas– era contar la vida. Carlos Fuentes me contaba México en todos sus excesos, con todas sus virtudes y defectos.
        De Fuentes sólo puedo decir que sus libros me acompañaron muchas horas en Burgos, cuando me obligaron a prestar el Servicio Militar, en 1978. El sanguinario Franco había muerto a finales de1975, pero en España se mantenía intacta toda la estructura de la dictadura. En el cuartel de Sanidad Militar, de Burgos, en los días que debía hacer guardia –y fueron muchas las guardias–, leía y releía Terra nostra. También me leí La cabeza de la hidra. Me asombraba la recreación que hacía de la historia de España, en contraste con la ficticia historia oficial de España que nos infiltraron en los colegio franquistas para alienarnos: querían, pretendían que fuéramos la España imperial, franco-católica, temida y respetada: la reserva espiritual de Europa… realmente éramos la mano de obra barata que tuvo que emigrar a Francia, Alemania o Suiza para sacudirse el hambre.
        Sobre Terra nostra se han escrito auténticas tonterías, grandes memeces, frases tan fatuas como vacías. Un ejemplo, sin citar al autor, lo ilustra claramente: “Un lenguaje en constante ignición, crea, destruye y reinventa la maquinaria crítica de la fábula: desde el remoto silencio del mundo de los mitos cosmogónicos a la noche mohosa y chirriante de grilletes y gorgueras de la España de los Austrias”.
      A partir de Terra nostra, mi comprensión sobre la historia de España fue otra. Rechazaba la historia oficial, por absurda y disparatada; analizaba antes de la lectura al historiador, para no perder el tiempo con “historietadores” de pacotilla; y recorría los distintos episodios, sin dejarme guiar. Los hechos son como son, no como muchos seudo-historiadores, intelectuales orgánicos al servicio del Poder, quieren presentarlos. Albert Camus nos enseñó que unos hacen la historia y otros la sufren.

Viernes 18 de mayo 2012.
Del diario "La hiena hepática"

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