Ver a Sen Penn con un peluquín, caracterizado de mujer, te deja pasmado. ¿Qué tipo de película habrá hecho? Quise saber más, para valorar y decidir si acercarme a un cine para ver el largometraje.
Hace unos días,
en una estación del metro de Madrid (España) vi un cartelón publicitario, el
anuncio de una película de Sean Penn: “Un lugar donde quedarse”, subtitulada
“This must be the place”. Mi primer auto-comentario fue sobre mi pésimo inglés.
Mi primera traducción: “Este debe ser el lugar”. Pero no. La traducción correcta
es/debe ser la del título: en España ofrecen traducciones "literales".
Ver a Sen Penn con un peluquín,
caracterizado de mujer, deja algo pasmado. ¿Qué tipo de película habrá hecho?
Quise saber más, para valorar si acercarme a un cine y ver el largometraje.
En el diario El País, del viernes 11
de mayo, encontré lo que llaman una “crítica de cine”: “Rumbo a alguna parte”
(vida & artes. Página 49), firmada por Jordi Costa, un supuesto experto en
cine: porque se supone que hay expertos en el Séptimo Arte, que te resumen los
contenidos de las películas y te indican sobre las excelencias o maldades de
una película.
Tras leer la reseña, incluido un
críptico sumario, “han construido un excéntrico artilugio tragicómico”, uno se
queda pasmado. Se tiene la sensación de tomadura de pelo… o se llega a la
conclusión de que ser “crítico de cine” es un oficio delirante, en el que se
consumen substancias que alteran la percepción de la realidad. Porque no hay
persona humana, o extra-terrestre, que sepa de qué va la película. Y además,
¿qué es un excéntrico artilugio tragicómico?
El periodista, o lo que sea, Jordi
Costa debe sufrir algún tipo de desorden mental: ejerce o practica un oficio delirante, extravagante… y de puro
extravagante, llega a ser extrabogavante. ¡Qué delirios, que tonterías se marca
el amigo!… ¿Le pagan por escribir y publicar estas sandeces? No estaría de más
pedir un poco de piedad para con los lectores del periódico, evitarles tamañas mamarrachadas.
Es fácil llegar a la conclusión de
que dentro del delirante oficio de “crítico de cine” hay distintas escuelas
filosóficas y psicológicas. El artículo “Rumbo a alguna parte” debe formar
parte de los más profundos análisis psico-freudianos. Ejemplo: “Pagoda era una
estrella venida a menos de la canción ligera italiana: cocainómano, mujeriego y
misántropo, rememoraba su vida desde la posición privilegiada del demolido, a
través de una voz narrativa infectada de nihilismo, pero imantada por cierta
inclinación a lo sórdido y por su habilidad para el contrapunto grotesco…”. Es
difícil decir más chorradas en menos palabras.
En suma, que después de leer la
“crítica” del delirante “crítico de cine” reseñado, no se sabe de qué va la
película: ¿una reconstrucción biográfica de un misántropo y mujeriego, que
consumía cocaína?
Es lamentable que un medio de
información de prestigio como el diario El País ofrezca una plataforma a un
tipo, atrapado en su palabrería de baratillo, para divulgar delirios y
tonterías. Este pobre hombre no sabe ni escribir ni expresarse. ¡Qué lástima!
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