sábado, 21 de mayo de 2016

JOSÉ MARÍA RUIZ ALONSO



Acumulaba documentación sobre la guerra de España, en Miguel Esteban (Toledo) y necesitaba que algún historiador me revisara el texto. Alfonso González-Calero me puso en contacto con José María Ruiz Alonso, autor de un libro magnífico: “La guerra civil en la provincia de Toledo. Utopía, conflicto y poder en el Sur del Tajo (1936-1939)”. Y una vez que nos conocimos, iniciamos lo que fue una gran amistad.

     Accidentalmente me enteré del fallecimiento de José María Ruiz Alonso, ocurrido el 23 de enero del 2016. Y pude saber que su muerte se debió a un “cáncer fulminante”. Maldita muerte, que llega sin avisar, que no espera a nadie, que corta sin piedad una vida llena de energía. La noticia me dejó en estado de shock: José María era un hombre joven, de 63 años.
     José María, al que unas veces le llamaba Ruiz, otras veces Alonso, otras veces más Ruiz Alonso, era un importante historiador, una persona sencilla… tuvo la paciencia de leerse “Los años oscuros en Miguel Esteban. Represión y fascismo en Castilla-La Mancha. República – Guerra Civil y primer franquismo”. Reordenó mi (nuestro) libro, quitándole excesos, dándole su formato final. No se extrañó cuando, una vez publicado el libro, la derecha migueleta me criticara con alguna mala saña: conocía muy bien el franquismo, los comportamientos franquistas, en unos tiempos de democracia donde subyacía ese franquismo sociológico que pretende mantener la historia oficial del franquismo.
     José María era licenciado en Historia Moderna y Contemporánea y en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad Complutense, de Madrid. Después se doctoró en la UCLM, siendo catedrático de Bachillerato. Dedicó toda su vida profesional a la enseñanza de la Historia en varios institutos de España, particularmente en Toledo, donde compaginó su docencia con la de la facultad de Humanidades, como profesor asociado.
     En el año 2004 publicó su obra principal: “Laguerra civil en la provincia de Toledo. Utopía, conflicto y poder en el sur delTajo (1936-1939)”, en Almud ediciones de Castilla La Mancha. Otros libros suyos eran: “Nuevos datos sobre la represión franquista en la provincia de Toledo”, “La guerra civil en Castilla La Mancha, 70 años después” (Servicio de Publicaciones de la UCLM, 2008), “El sistema de partido en el Toledo de la II República” (AAVV), “Nuevos estudios sobre la cultura política en la II República Española (1931-1936)”, editado en Madrid por Ed. Universidad Rey Juan Carlos-Dykinson, 2011, pp. 49-70.
   En el año 2005 publicó “La edad dorada del Instituto de Toledo (1900-37)”, en Almud Ediciones, Biblioteca Azul… Gracias a José María Ruiz Alonso, a sus investigaciones como historiador, se pudieron contrarrestar falsedades y mitos sobre la historia contemporánea de Toledo.
     “La guerra civil en la provincia de Toledo…” es uno de esos libros afortunados, importante para la historiografía de la guerra civil en España, particularmente en la provincia de Toledo; que abre brecha para otros historiadores: marcaba un camino, aportaba documentación. Ruiz Alonso era un historiador preciso, detallista. Su libro no pasó inadvertido y ahí está en la Bibliografía que aportan los más grandes hispanistas, entre ellos Paul Preston (intentaré recuperar la reseña que creo escribí del libro de Ruiz Alonso, para añadirla en un próximo artículo en “Disidencias y Negaciones”).

     Quise que José María Ruiz Alonso me presentara en Toledo el libro que yo había escrito, “Los años oscuros en Miguel Esteban…”, y que él se ocupó en reordenar: un periodista guiado por un historiador es mucho más eficaz en su trabajo. Y presentamos el libro en la Biblioteca Pública de Toledo (25/09/2008), instalada en el Alcázar, uno de los símbolos del franquismo. No asistió mucho público al acto, pero hablamos con soltura: José María, hombre tranquilo y pacífico, gran analista, explicó con calma, y un tanto de pachorra, lo que fue y significó negativamente para España el triunfo de los franquistas. Y también me dejó hablar, sin intervenir excepto para matizar cuestiones históricas: logré sacarle algunas sonrisas con mis apasionadas palabras contra el franquismo y esas alimañas que se alimentaron del franquismo para amamantar a la dictadura. La intervención de Santos Ochoa, líder del PSOE en Miguel Esteban, estuvo muy medida. Como jefe de la Oposición municipal, cuando fue concejal electo del PSOE, se las tuvo tiesas con el alcalde de Miguel Esteban, un político que mantiene el callejero de la población infectado con los nombres de las peores alimañas del franquismo.
     Recuerdo que algún medio informativo, “Aquí Castilla-La Mancha”, de la derecha, nos hizo sonreír cuando publicaron la reseña de la presentación del libro, hecha el 25 de septiembre del 2008: “MIGUEL ESTEBAN ENTRE 1931 Y 1952, SEGÚN PABLO TORRES”, firmada por Isabel Abarca. La periodista –se permitió llamarme “fotógrafo aficionado”–, si hubiera querido ser veraz, hubiera titulado la información, especificando “mi visión” de Miguel Esteban, según la documentación que aporté. El titular correcto hubiera sido: “…SEGÚN LA DOCUMENTACIÓN APORTADA POR PABLO TORRES”. Pero no lo hizo, quizá afectada por su ideología derechista o próxima al franquismo. Y en su afán de descalificación, escribió: “El libro, del que ya se han distribuido algunos ejemplares en Miguel Esteban…”. Ese “algunos” podrían ser dos libros, o diez libros. La realidad es que hice dos ediciones y que, finalmente se distribuyeron más de 500 ejemplares, cantidad que no está nada mal para un pueblo de más de 5.000 habitantes censados.

 “La guerra civil en la provincia de Toledo…” es 
uno de esos libros afortunados, importante para la
historiografía de la guerra civil en España, particularmente
en la provincia de Toledo; que abre brecha para otros 
historiadores: marcaba un camino, aportaba documentación. 
Ruiz Alonso era un historiador preciso, detallista. 
Su libro no pasó inadvertido y ahí está en la Bibliografía 
que aportan los más grandes hispanistas, entre 
ellos Paul Preston (intentaré recuperar la reseña 
que creo escribí del libro de Ruiz Alonso, para añadirla
en un próximo artículo en “Disidencias y Negaciones”).

  
     Conservo un original encuadernado artesanalmente de “Los años oscuros en Miguel Esteban…”, que le envié a José María para su corrección. Me desplacé unas semanas después hasta Toledo para recogerlo en mano. El libro está lleno de indicaciones manuscritas: lo reordenaba, eliminaba los excesos, añadía carencias. Previamente le había indicado que me enfrentaba a gente que, de no aportar documentación de los hechos reseñados en el libro, cargarían contra la obra con saña. Y gracias a José María Ruiz Alonso, conseguí reconstruir la historia del pequeño pueblo de Miguel Esteban, durante el periodo 1931–1951. Me faltaban algunas “cosas” que, años después localicé gracias a mi buen amigo José Antonio Tébar: los dos juicios contra Paulino Argumánez, que desmontan las muchas mentiras contra el que fue representante del Partido Comunista en el Ayuntamiento de Miguel Esteban, despreciado hasta por los propios comunistas de/en Miguel Esteban; y los hechos ocurridos en la Semana Santa de 1932 (desmontan las muchas mentiras que esparció la derechuza para culpar a la izquierda). Los hechos de la Semana Santa de 1932 en Miguel Esteban fueron provocados por la derecha, para organizar toda la represión posible contra la izquierda: lograron que se encarcelaran a más de siete izquierdistas que nada tuvieron que ver con los hechos de esa Semana Santa, además de herir de gravedad a Paulino Argumánez, al que tuvieron que trasladar hasta Madrid; e intentaron asesinar a Eusebio Patiño, “El Raco”, que tuvo que escapar a la carrera del pueblo, refugiándose en El Toboso (en una próxima edición de “Los años oscuros en Miguel Esteban…” se añadirán los hechos y la documentación que lo prueba).

Acto de presentación del libro
 "La edad dorada del Instituto de Toledo (1900-1937)
 
EL PATIO 42.- Las fosas del Patio 42, del Cementerio de Toledo, son una de las miles que hay repartidas por toda España, donde los franquistas dejaron sus huellas de horror. El lugar permaneció intacto hasta el año 2002, cuando responsables del Ayuntamiento toledano ordenaron remover las tierras del Patio 42 para sacar los restos y construir en la parcela 20 nuevas sepulturas para enterrar los muertos de nuestros días. Las máquinas sacaron a la luz los restos óseos de cientos de asesinados por las tropas franquistas, nada más llegar a Toledo; sacaron a la luz los sentimientos de muchos toledanos que vivieron el movimiento de tierras como una enorme profanación de la memoria.
     Enrique Lorente, director de Patrimonio de la Junta de CLM, concejal del PSOE en el Ayuntamiento de Toledo, decía en el documental “Patio de Silencio”, realizado en el 2005: “El patio 42 es la vergüenza de Toledo”.
     José María Ruiz Alonso fue de los primeros en dar la voz de alarma, en relación con el Patio 42, además de dejar constancia de que muchos restos fueron destruidos para siempre: no todos los restos de las víctimas del franquismo, del Patio 42, están en el osario donde se han depositado los que sí fueron rescatados. Coincidí con José María Ruiz Alonso en el acto de “presentación” de la Fosa 42, en el Cementerio de Toledo. Y es preciso recordar la intervención previa de José María, unos años antes, denunciando junto con otros intelectuales de la ciudad, que iban a destruir la fosa: evitaron que se perdiera esa parte de la historia de la guerra de España en Toledo. José María tenía todo un conjunto de fotografías de la fosa, cuando las máquinas removían las tierras. 
En aquel acto de recuperación de las fosas del Patio 42, celebrado en febrero del 2011, acompañamos a José María Ruiz Alonso gente como Isabelo Herreros o yo mismo, además de muchos intelectuales de la izquierda toledana. Escuchamos atentos las palabras de Luis García Montero, uno de los poetas e intelectuales actuales más importantes de España, también comprometido con causas nobles y justas. 
García Montero recitó versos de uno de sus poemas, dedicado a Antonio Machado; y recordó a Francisco Ayala en uno de sus libros: “La cabeza del cordero”, compuesto por cinco relatos breves, publicados en 1949. En la narración “El Tajo”, García Montero explicó que Ayala describía a un burgués culto, asediado por un sentimiento de culpabilidad: el teniente Santolalla se encuentra con un republicano distraído, al que mata sin pensárselo. A pesar de las felicitaciones de sus compañeros, Santaolalla se sabe culpable de un crimen…

En algunas ocasiones quedamos para comer. La distancia entre Madrid y Toledo no es excesiva y, en poco más o menos una hora, estás en la llamada Ciudad Imperial. Ruiz Alonso era un hombre sencillo: comíamos en algún restaurante económico extramuros, sin excesos. Y más que comer, hablábamos. José María sabía escuchar, dejaba hablar. Por supuesto, yo le escuchaba con atención: era un hombre sabio, con una capacidad de análisis envidiable. En momentos, manifestábamos nuestra frustración por los posicionamientos de las izquierdas, muchas, divididas, víctimas de egos alimentados de vanidad. Pero nunca personalizó en tal o cual político alguna acción absurda o estúpida, aunque hubiéramos podido señalar unos cuantos de esos ineptos, pagados de sí mismos.
        De José María Ruiz Alonso me quedan muchos recuerdos… y nuestra e-correspondencia, donde también reflejaba su inteligente humor, su ideología política: era un hombre de izquierdas, íntegro. José María era un hombre bueno, sencillo, culto… un historiador serio y riguroso, insobornable. Su pérdida es dolorosa para todos sus amigos y para la sociedad, por todo lo que hubiera podido seguir aportando a la historia de Toledo y su provincia; por todo lo que aportaba diariamente con su manera de actuar y ver el mundo. Pero la muerte es así en muchos casos: repentina, injusta siempre. Nos recuerda que somos pequeños seres efímeros. José María nos ha dejado físicamente, pero ahí está toda su obra más la documentación acumulada en estos últimos años, imprescindible para entender un tiempo, una época de España.
     Cierro el artículo. Me viene a la cabeza una nana, creo que de Manuel Gerena: “Muere el que se muere y se queda en tierra, no sube a los cielos…”. Un abrazo Ruiz, otro abrazo Alonso.

Pablo Torres
Madrid, 14 de mayo 2016

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