De vez en cuando, en Madrid uno puede ver raras, extrañas exposiciones fotográficas. Y entre esas rarezas, la que presenta Pablo Genovés: "EL RUIDO Y LA FURIA. Obras 2009-2014". Se puede ver, casi a oscuras, en el Canal de Isabel II, en la calle de Santa Engracia nº 125, excepto los lunes, a partir de las 11 de la mañana, hasta el 22 de marzo. Un poquito más de luz, no vendría mal.
Pablo Genovés, formado en Londres (Photographers´s Club... entre otras entidades) y Nueva York (Art Students League) ofrece fotografías en gran formato de... grandes salones de palacios, teatros y bibliotecas, en los que se cuelan aguas marinas, más o menos bravas; o suelos destrozados. Son simples montajes, o cuidados montajes. Pero nada más. Y si esas fotos son el resumen de un trabajo de cinco años, el autor se habrá quedado a gusto. No se puede decir que se haya partido el culo, no.
¿Por qué los responsables del Canal se gastan un dineral en una exposición tan absurda? ¿Por qué unos formatos tan grandes para ver las mismas imágenes? ¿Dónde está la originalidad? ¿Dónde está el talento? Este tipo de exposiciones gustan mucho a los poderes: son imágenes exentas de la menor crítica, son imágenes blancas, alejadas de la realidad de las personas. Dicen que es Arte, aunque suena a tomadura de pelo. Esas fotografías no tienen vida, no tienen nada. ¿Por qué se financia esa exposición? ¿Favores, amiguismo? El Canal tiene suficientes medios económicos y debería prestar un servicio público. Con esta exposición dan la sensación de compromiso (carísimo, eso sí) o apaño.
Esperemos que Pablo Genovés tenga mejores cosas que ofrecer a la sociedad en un futuro. Porque si todo lo que es capaz de hacer es lo que se ve en EL RUIDO Y LA FURIA, apañados vamos.
Madrid, 5 de marzo 2015.
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