Pueblo en La Mancha más árida, Miguel Esteban tiene sus orígenes allá por el siglo XIII, aunque los primeros datos
documentados están en las Relaciones Topográficas de Felipe II. Será el marqués
de Ensenada, con su Catastro o averiguación, el que ofrecerá todo un conjunto
de datos sobre el pueblo que evolucionará al ritmo del país.La división ideológica del pueblo se
producirá con la segunda República. Las fuerzas de las derechas más
reaccionarias, en unión con la iglesia católica y una facción del ejército, se
opondrán con todas sus fuerzas y métodos ilegales contra el nuevo Estado
democrático, hasta fomentar y patrocinar un golpe de Estado que llevaría a los
españoles a una guerra civil (1936-1939), nunca acabada.
Pequeño pueblo
eminentemente agrícola, se localiza al sureste de la provincia de Toledo, en
los límites con Ciudad Real y Cuenca, no muy lejos de los límites con la
provincia de Albacete: un poco más allá, pasado Quintanar de la Orden y El Toboso, se
adentra uno en Cuenca, por Motilla del Palancar; otro poco más allá, hacia el
sur, se alcanzan tierras de Ciudad Real, por Campo de Criptana y Alcázar de San
Juan.
Es actualmente municipio y villa de Toledo, dentro del Partido Judicial
de Quintanar de la Orden,
a unos 105 kilómetros
de la capital de la provincia y a unos 130 kilómetros de
Madrid. Está junto al antiguo Camino Real de Toledo a Valencia. La estación de
ferrocarril más próxima es la
de Alcázar de San Juan (Ciudad Real), 18 kilómetros al sur.
El pueblo –a 681 metros
de altura sobre el nivel del mar–, tiene una extensión de 92,84 kilómetros
cuadrados. El relieve del término, en La Mancha más árida, es bastante llano, con un
desnivel de 40 metros
de sur (700 metros)
a norte (660 metros).
En sus proximidades no hay grandes ríos.
El núcleo urbano de Miguel Esteban
está a 8 kilómetros
de Quintanar de la Orden. El
pueblo se extiende básicamente de norte a sur, a la izquierda de la carretera
Quintanar de la
Orden-Alcázar de san Juan. La parte más antigua se aglutinaba alrededor de la iglesia,
creciendo luego hacia el Sur: el eje del pueblo sería la calle Real
(fragmentada con otros nombres de calles), que enlaza la zona de la iglesia
católica, en el norte, la parte más antigua, con el Parque, en la zona sur.
El entorno físico manchego de Miguel
Esteban es muy singular: en medio de la nada, tierra seca, magia para ver lo
que se quiera ver: no hay barreras, ni más allá de la línea del horizonte. El
río más cercano es el Cigüela, a unos 7 kilómetros hacia el
oeste, en La Puebla
de Almoradiel, un reguero de agua salobre que atraviesa una llanura ausente de
árboles, donde los olivos, parcelados en rectángulos, quieren ser las encinas
primigenias que conformaban un peculiar bosque de tipo mediterráneo.
Pueblos aledaños a Miguel Esteban
son Quintanar
de la Orden,
situado en la carretera general Madrid-Albacete; El Toboso, mítico pueblo cervantino
bastante bien conservado, que no quiere perder su perfil manchego; Campo de Criptana,
con sus vistosos molinos; Quero, orillado, con sus salinas, mirando a Alcázar de San Juan;
La Puebla de Almoradiel
y La Villa de Don Fadrique,
en la línea salobre del río Cigüela.
Miguel Esteban mira y se relaciona básicamente con: Quintanar, centro
comercial importante en la zona; El Toboso, por su proximidad; y Alcázar de San
Juan, el pueblo más importante de toda la sub-comarca manchega.
CARTOGRAFÍA Y TOPONIMIA.- Sorprende comparar
la cartografía existente sobre Miguel Esteban: sorprende por los cambios de nombres,
diferentes según los mapas, para algunos parajes. En el “pico” norte del término municipal, limítrofe con Quintanar de la Orden, en el mapa
topográfico nacional del Instituto Geográfico Nacional (hoja 688-III, 41-54) se
localizan Pozo
del Chillón, Rincón de Acuña
o El Raso.
En ese mismo “pico” norte, en la Cartografía Militar aparece el paraje de Vallehermoso, omitido en el mapa topográfico que tiene una
escala doble (1:25.000). En el mapa cartográfico militar (escala 1:50.000),
edición de 1990, no hay el menor rastro de Los Charcones.
En el mapa del Instituto Geográfico están Los Charcones, perfectamente delimitados.
En ambos mapas aparece La Laguna, humedal al
oeste del término municipal, no lejos del límite con el término de La Puebla de Almoradiel. Pero
hay también cambios en la toponimia: en la cartografía militar, junto a La Laguna está el Chozo del Grillo,
Chozo Largo o Corral de Bragas. En la
toponimia recogida, del Instituto Geográfico, junto a La Laguna aparece Casa de la Mermejuela, El Hoyo, Carrizos o La Pernala (679 metros).
Mucho más sorprendente es la información
que aportan los mapas sobre el paraje conocido como Casón de
Villaviciosa o Huertas del Arroyo,
citadas hasta en el Diccionario geográfico estadístico de Pascual
Madoz. En la Cartografía
militar figura un área que, más o menos, se inicia en el Cerro de Pradeña
(693 metros)
y llega hasta Cerro
Pedregoso (689
metros), extendiéndose en cuña hacia el sur (Alcázar de
san Juan).
En el mapa topográfico nacional, en esa misma zona, aparecen los nombres
de los parajes La Noguera, Calera, La Gallina
y el Cerro de La Gallina (697 metros), Periconales, La Dehesilla, Perra Ahorcada...
en lo único que coinciden ambos mapas es en señalar el Camino
del Pozo del Villar del Moro y en el Camino del Arroyo, que desemboca en uno de los tramos del Camino de Quero a El Toboso.
Aparecen también Los Códrios, que no figuran
en la cartografía militar. Los Codrios están al
sur, junto a la carretera que conduce a Alcázar de san Juan (CM-310), pasado el
Camino de Quero a El Toboso que cruza la carretera perpendicularmente.
Todas estas discordancias
encontradas y señaladas, son difíciles de valorar. No parece lógico que, entre
mapas que debieran tener una misma toponimia, existan diferencias tan notables.
EL PRIMER MAPA.- Cuando
realizaron el Catastro del marqués de Ensenada, incluyeron un mapa dibujado
manualmente. Ocupa una página, una hoja, del Catastro. El escribano que realizó
tan esquemático plano-mapa no estaba muy dotado para el dibujo artístico: el primer mapa de Miguel Esteban, presenta bastantes curiosidades, relacionadas con
orientación.
Normalmente el norte se sitúa en la
parte alta, el sur en la parte baja, el este a la derecha y el oeste a la izquierda. En el
mapa de Miguel Esteban, en la parte alta está Levante, el Este: y en la parte
baja, el Oeste. Es decir, de El Toboso a Quero. Y de Norte a Sur, define los
caminos del Quintanar y del Campo de Criptana. Del centro de la población sale
un camino hacia las Pueblas (de Almoradiel y de don Fadrique. La villa de don
Fadrique era la Puebla
de don Fadrique).
La villa de Miguel Esteban se representó con un dibujo muy sencillo: la
iglesia y cuatro casas (contadas), aunque había algunas más. Era lo normal, en
una estructura circular: agrupar las casas alrededor de la iglesia. El perímetro
del término municipal es bastante irregular, perfilando lo que podría ser una
cara o incluso una calavera (cada uno verá lo que quiera ver). Señalan también
sitios muy migueletes como el Monte
de la Aldea,
entre el Camino de El Toboso y el Camino del Campo de Criptana; el Monte de Mirabel, entre el camino del
Quintanar y el Camino de las Pueblas (de Almoradiel y de Don Fadrique); y los
montes de El Coto y de El Chaparral, entre el Camino de Quero
y el de las Pueblas. Alrededor del mapa, siguiendo las agujas de un reloj, los
datos territoriales:
Término de la villa del Quintanar del Orden
(Levante) indiviso y común del Toboso (Sur) y común de la villa de Campo de
Criptana. Término indiviso (poniente) de Quero, término indiviso de La Puebla de don Fadrique y
Almoradiel.
El geógrafo Tomás López publicó en
1765 un mapa de la provincia de La
Mancha, de 42 x 40 centímetros.
Dentro del partido de Infantes, en la parte norte, figura Miguel Estevan (con
uve), muy próxima a Quintanar y Mirabel.
UN PUEBLO
VINÍCOLA.- El paisaje que rodea Miguel Esteban, una llanura interminable
en la que los pueblos son blancos pegotes formados por casas ensambladas y
separadas por tapiales (no es contradicción, aunque lo parezca), está definido
por un inmenso mar de rotulados viñedos, salpicados de parcelas de olivos, trigo
y girasoles. Aquí y allá se ven diminutas huertas, con sus casuchas antaño
blancas y añil, navetas donde pernoctar, algunas junto a restos oxidados de los
engranajes férreos de las antiguas norias, movidas por borricos cárdenos, con
uno o dos árboles: exigua sombra donde descansar cuando el abrasador estío.
El paisaje varía con las estaciones del año: en invierno, los marrones
oscuros moteados de tierra caliza, las blancas y densas brumas matinales que
esconden el horizonte, el frío que escarcha las podadas cepas y sus sarmientos;
en primavera, el sol membrilloso, seco y duro, que hace brotar con la lluvia o
el riego los verdes húmedos y brillantes; en verano, la calorina impía, quemándote
los sesos; en otoño, la vendimia, a partir de septiembre: verdes pámpanos
La vid es el cultivo predominante en las tierras de Miguel Esteban: una
viña sucede a otra, al norte y al sur; una viña enlaza con otra, de este a
oeste. Tan inmensos espacios, que se pierden en sus líneas del horizonte, están
cruzados de caminos vecinales: las arterias que llevan a los viñedos. Antiguamente,
la vendimia se iniciaba con el canto del gallo: las primeras luces para
levantarse, lavarse y preparar el carro y la galera para desplazarse hasta los
viñedos. Allí, trabajar todo el día, con sus pausas para el almuerzo –en La Mancha, el almuerzo es una
comida intermedia entre el desayuno y la comida de las dos de la tarde– y la
comida: el típico caldillo de patatas y carne de pollo y conejo. Y una breve
siesta, para volver con más fuerzas. Las cepas se despojaban de los preciados
racimos de prietas uvas con la navaja: se llenaban espuertas y seras, se
colmaban los carros y las galeras, tirados por poderosas mulas, que iban y
venían hasta y de las bodegas del pueblo.
La vendimia actual poco tiene que
ver con la que se hacía en los inicios de los Años 70, del siglo XX. El
traslado hasta los viñedos se puede hacer en unos minutos, en vehículos cómodos
y bien equipados. El traslado de la carga es rápido. Las comidas, almuerzos y
comida posterior al mediodía, se puede
hacer en los viñedos o en casa: platos pre-cocinados, embutidos…
El vino, en Miguel Esteban y otros
muchos pueblos manchegos, no era una bebida de lujo, sino un complemento
alimentario de la dieta que aportaba alcoholes y azúcares. De ahí que antaño no
se cuidara su elaboración y presentación. Cada familia tenía en su casa dos o
tres garrafas, recubiertas de esparto, que reponían en la bodega cuando se
agotaban. Y cuando el vino se picaba, se utilizaba bien para obtener vinagres,
bien para elaborar otras bebidas: zurras y cuervas, variedades de sangrías con
la única finalidad de no desperdiciar ni una gota de un líquido calórico,
indispensable en la dieta de los campesinos.
URBANISMO
En la plaza del Ayuntamiento estaba ésta casa, hace poco derruida. En el mismo solar se ha levantado una casa que nada tiene que ver con la arquitectura tradicional manchega.
CASAS
TRADICIONALES.- El pueblo mantiene su configuración urbanística
originaria, poco racional, en lo que son dos partes: la vieja y más antigua,
alrededor de la iglesia; y la nueva, de norte a sur, en un eje (la calle Real, fragmentada
en dos o tres calles) que conduce desde la iglesia al parque más antiguo, que
sería el extremo más alejado. Mantiene, por tanto, el mismo trazado de calles,
con algunas prolongaciones nuevas. El gran cambio se ha producido en las casas:
han perdido sus características más tradicionales. El origen está en la década
de los 70, siglo XX, cuando se inicia la destrucción de las casas tradicionales,
encaladas y pintadas de añil, sustituidas por otras con la misma planta de
solar, pero con fachadas de rara estética, en su mayoría: nada tienen que ver
con la mejor tradición manchega. La casa típica migueleta, construida desde
finales del XIX y hasta la mitad, más o menos, del siglo XX, es prácticamente
idéntica a la de otros pueblos de la zona. Respondía a los siguientes cánones:
– Amplias y cómodas, de planta rectangular, o irregular por particiones
familiares.
– De dos plantas, cámara en la segunda planta, con amplios descubiertos
para patios y corrales.
– Construidas básicamente con piedra
caliza, muy abundante en la zona, y yeso.
– Empleo de tapial, luego encalado
(tierra apisonada: es una construcción barata, sólida, aislante del frío y del
calor).
– La fachada de las casas más
antiguas, dentro del tapial, estaban orientadas al suroeste para aprovechar todo
el calor del día.
– Tejado a una o dos aguas, con poca
inclinación. Teja árabe.
– Fachada enjalbegada con cal
(también las había enfoscadas con mortero: cal y arena)
– Cocinas de fuego bajo, alimentadas
con sarmientos y cepas. Dentro de la cocina, un vano para una tinaja de tamaño
medio donde almacenar agua potable. La cacharrería utilizada procedía de los
obradores alfareros de Mota del Cuervo, cántaros y tinajas de tamaño medio; y
Priego, en la provincia de Cuenca, que les abastecía con cacharros vidriados.
– Disponían de aljibe, donde
canalizaban, si podían, el agua de lluvia; y cueva, para conservar patatas y
vino.
– Piso de yeso y cantos, cemento o
baldosas.
Julio Caro Baroja escribe [1] sobre las casas manchegas: “Estos pueblos son grandes y se hallan a una distancia
regular unos de otros, con las casas agrupadas, blancas, bajas, hechas de
ladrillos y adobes: las ricas tienen corrales amplios, a los que da acceso una
puerta adintelada, puerta por la que entran incluso grandes carromatos y galeras.
La habitación propiamente dicha no tiene proporciones considerables; la gente
pobre vive en casillas de una sola planta, de tapial, barro o piedra más
raramente, con tejado a dos vertientes y a veces de sustancias vegetales (como
hasta comienzos de siglo XX ocurría en Ruidera). Pero, en cambio, los lagares
donde hacer vino, los almacenes de trigo y las bodegas ocupan inmensos recintos...”.
NUEVAS
CONSTRUCCIONES.- La
arquitectura popular, producto de siglos de experiencia, se hacía a medida de
los hombres basándose en el aprovechamiento de los materiales propios del
entorno. En Miguel Esteban, la arquitectura popular, reflejada en algunos edificios,
desaparece a un ritmo acelerado. Las nuevas construcciones no siguen un modelo
local o regional: las nuevas construcciones se hacen al tuntún, a lo que salga,
mezclando presunta modernidad con mal gusto.
En la mayoría de los pueblos de La Mancha no hay problemas de espacios para nuevas
construcciones o viviendas. Las recalificaciones de terrenos no parecen muy justificadas…
salvo que se recalifique con finalidad especulativa, para turbios negocios de
unos pocos[2].
Como en otros muchos pueblos
manchegos, en Miguel Esteban se ha seguido la norma del “Todo
vale”, ante la indiferencia de las autoridades municipales. Hoy día se
derriban viejas casas tradicionales y se levantan horrorosos adefesios:
monumentos al mal gusto. Es la estética del dinero: los arquitectos tienen que
reflejar en las fachadas de las casas, el poderío económico de tal o cual familia,
con serios complejos freudianos. Importa el dinero, aunque dinero y prestigio
sean cosas diferentes.
Las nuevas casas migueletes, hay que
calentarlas en invierno y enfriarlas en verano. El coste energético es
excesivo: calefacciones y aires acondicionados. Las casas antiguas, de gruesos
muros de tierra prensada, más yeso, podían mantenerse frescas y ventiladas en
verano; y templadas en invierno.
En un recorrido por Miguel Esteban
se pueden contemplar auténticos bodrios y cirotes tenidos por bellos edificios,
como el de la Caja
de Ahorros de Castilla La
Mancha, en la
calle Real… el edificio podría considerarse incluso bonito y
funcional: la realidad indica que es una construcción extraña a los edificios
manchegos. Es una anormalidad arquitectónica.
En las afueras de Miguel Esteban, en
la carretera que lleva a El Toboso, en la parte derecha, se construyen chalets
muy actuales de rara estética. El sitio está elegido con tanto acierto que,
cuando llueve, muchos los vecinos deben poner en marcha sus bombas de achique
de agua: la zona se inunda. Contra toda lógica, han construido en una zona de
desagüe natural del pueblo –otra zona natural de desagüe del pueblo es La Vega, junto a la carretera de
Alcázar–.
POBLACION
EVOLUCIÓN.- Un
somero análisis de la evolución y aumento de la población migueleta a lo largo
de los últimos siglos, permite conocer –con muchas reservas por las recientes
variaciones encontradas: no coinciden las cifras, especialmente las de los
censos más antiguos– su capacidad económica y su correspondiente incidencia en
las familias, sin olvidarnos nunca que Miguel Esteban ha sido y es un pueblo
agrícola: le condiciona en toda su estructura económica.
Con los pocos datos obtenidos en la Enciclopedia
geográfico-estadística de España y provincias de ultramar, preparada por
Pascual Madoz a mediados del XIX –sin olvidar los datos, muy fiables, que
aporta el Catastro del marqués de la Ensenada, realizado entre 1749 y 1756–, obligado
punto de partida mientras no se tengan otras fuentes documentales fiables
anteriores, la evolución de la población migueleta, desde mediados del XVIII a
nuestros días sería la siguiente:
Año 1754 866 habitantes
1848 1.310
habitantes[3]
1900 2.556
habitantes[4]
1910 2.831
habitantes[5]
1920 3.190
habitantes
1930 3.673
habitantes
1940 3.913
habitantes[6]
1950 4.635
habitantes (no fiable)
1960 4.710
habitantes (el INE
indica 4.706)
1970 4.667
habitantes (el INE
indica 4.579)
1981 4.530
habitantes (el INE
indica 4.462)
1991 4.452
habitantes[7]
(coincide con el INE)
1998 4.684
habitantes
2001 4.935
habitantes[8]
Hay que especificar que para el Instituto Nacional de Estadística, la población
de hecho de los municipios está formada por los residentes presentes y los
transeúntes del mismo. Y que la suma de residentes presentes y ausentes, forman
la población de derecho. Pero desde 1996 sólo se contabiliza la población
oficial, eliminando la distinción entre poblaciones de hecho y de derecho, que
puede afectar a varios municipios: se evitan rectificaciones padronales,
diferencias muy substanciosas en algunos casos.
Es importante señalar que se da la población, pero no la media de edad de
la población, dato muy interesante para saber del grado de juventud o envejecimiento
del municipio; al que habría que sumar el dato de población foránea, no
autóctona: inmigrantes afincados en Miguel Esteban.
Hay que resaltar es el crecimiento
poblacional de Miguel Esteban entre 1754 y 1848. En el transcurso de cien años,
entre siglos, pasan de 866 habitantes a 1.310 habitantes. Aumentan la población
en un 50 por ciento: hay 444 vecinos más. Posiblemente el hecho se deba a
alguna repoblación o repoblaciones. Ese ritmo de crecimiento se mantendrá hasta
1939-40. La guerra civil será un punto de inflexión, de estancamiento y de
reducción de población en las décadas siguientes.
En la segunda mitad del siglo XIX, se advierte un crecimiento poblacional
muy importante, duplicando la población: pasan de 1.310 a 2.831 habitantes en
medio siglo. Si nos fiáramos de las cifras “particulares” que indicaban 2.200 almas (Diccionario geográfico... de Pascual Madoz), estaríamos con
una población prácticamente estancada: sólo hubieran ganado 600 habitantes en
50 años. Los datos no concuerdan. Hay que concluir que fue un periodo económicamente
bueno para la población: creció el número de migueletes, creció el pueblo, a
pesar de la falta de industrialización del país.
EDIFICIOS Y LUGARES
En Miguel
Esteban, donde el patrimonio arquitectónico es ignorado por la mayoría,
únicamente se conserva un edificio monumental, de carácter religioso: la iglesia
de san Andrés apóstol.
Junto a la puerta principal, un símbolo de homenaje al franquismo, para que quede clara la relación entre iglesia católica y el franquismo, que tantos privilegios les dio.
LA IGLESIA DE SAN ANDRÉS.- La Iglesia de san Andrés apóstol [9],
sobre un pequeño promontorio en la parte norte de la población, es el único
edificio religioso histórico-monumental de Miguel Esteban, de cierta entidad… y
el más antiguo. En su configuración externa, mole ocre terrosa, manifiesta un
volumen y una solidez exagerada: perfila la parte más antigua del pueblo. Se
construyó en dos fases a lo largo de varios años en el siglo XVII. Es templo de
una sola nave, que se abre en su correspondiente crucero: una inscripción en
uno de los aleros indica el año 1633. La fachada principal está orientada al
suroeste, para aprovechar la luz y el calor, especialmente en invierno.
El edificio religioso, finalizando el XVII, se amplió. Una inscripción conservada
sobre el arco de la fachada principal indica 1695. Se añadió un nuevo crucero
que obligó a una ampliación de la nave principal: pasó a tener tres naves
laterales de pequeño tamaño.
El templo responde a las
características propias del barroco toledano: grandes paramentos blancos y se
marcan únicamente los lunetos y las líneas estructurales de las bóvedas de
cerramiento. La diferencia entre las dos fases de su construcción está en la
mayor calidad de los materiales de la construcción más antigua: cornisas de
piedra y labor de sillería, luego sustituidas por mampostería y cornisas de
mortero y ladrillo. El conjunto no tiene unidad estilística: dispone de dos
cúpulas en la nave central: una ahora tapada con un falso techo plano; y una
nave lateral, que no lo fue cuando su construcción.
El conjunto se complica
artísticamente con la existencia de algunas capillas laterales, adosadas a
ambos lados, de distinta cronología: una situada junto a la entrada principal,
es de los primeros años de la construcción del templo; otras de más entidad, de
finales del XVII o inicios del XVIII, se alternan con otras de cronología muy
reciente (hay una capilla neogótica de inicios del siglo XX). Estos añadidos se
prolongan hasta 1940, año en que se realizan retoques en la sacristía y una
serie de dependencias parroquiales en la antigua casa del párroco.
Los muebles bienes del templo son
escasos: retablos e imaginería, en su mayoría fueron destruidos por presuntos
anarquistas de la CNT
de Alcázar de san Juan, durante la guerra civil, cuando ocuparon militarmente
el pueblo (ver apartados dedicados a la Guerra Civil). También se perdió un valioso
órgano. Entre los pocos elementos de valor histórico, se indica una reja de finales
del XIX o principios del XX, que cierra la primera de las capillas laterales,
del lado sur del edificio; y una serie de lápidas funerarias, apenas legibles,
que formaban parte del antiguo pavimento del templo.
LA ERMITA DE SAN SEBASTIÁN.- No hay el menor rastro de la ermita de san Sebastián, que se ubicaba a la salida de Miguel Esteban, al final de la calle del Santo (san Sebastián), donde actualmente está el Cuartel de la Guardia Civil. La ermita era de extrema sencillez, de igual factura que la ermita de san Blas, en El Toboso, construcción muy simple, de estilo popular, con planta rectangular, del siglo XVIII. Fue reemplazada por la ermita de san Isidro, en un pequeño montículo junto a la carretera que lleva a El Toboso.
LA ERMITA DE SAN SEBASTIÁN.- No hay el menor rastro de la ermita de san Sebastián, que se ubicaba a la salida de Miguel Esteban, al final de la calle del Santo (san Sebastián), donde actualmente está el Cuartel de la Guardia Civil. La ermita era de extrema sencillez, de igual factura que la ermita de san Blas, en El Toboso, construcción muy simple, de estilo popular, con planta rectangular, del siglo XVIII. Fue reemplazada por la ermita de san Isidro, en un pequeño montículo junto a la carretera que lleva a El Toboso.
Sobre los molinos manchegos de
viento[10]
–algunos autores sostienen que son importados de los Países Bajos–, se puede
leer en el libro Memoria de cosas[11]:
“El movimiento de sus aspas no estaba destinado a
producir electricidad, sino a impulsar a la piedra volandera sobre la piedra solera. Dicho movimiento aplicado por el complejo
eje-piedra catalina-linterna, producía finalmente la molienda del grano depositado
entre ambas piedras.
“El exterior del molino es esencial y esquemático,
como corresponde a su función abstracta de canalizar un viento libre y sin
dueño y aprisionarlo en el sitio de la rueda del aire o
catalina. Un cilindro construido en mampostería desigual,
horadado rítmicamente por doce ventanucos que se conocen por su posición frente
a los vientos mayores –ábrego, solano o cierzo– y por un ventanuco superior de la camareta. Sobre el
cilindro blanco y esencial una caperuza cónica y giratoria que se dirige desde
el palo de gobierno para enfrentar las aspas, guarnecidas con lona, a la
dirección más ventajosa”.
Los molinos de viento manchegos son construcciones muy sencillas: un
cilindro como base sobre el que se instala, en su parte alta, un cono girable
para aprovechar los vientos, en el que van las aspas del ingenio. Disponen de
tres plantas: la primera o baja, que está a ras del suelo, se utilizaba para
depósito de grano: es la oficina del molinero, donde realiza las
transacciones comerciales; la segunda se utilizaba como simple depósito de
harina. La tercera o alta, es donde está el ingenio mecánico, la muela
accionada por la fuerza del viento. Dispone de 8 bocanas, claraboyas o
ventanucos para aprovechar los ocho vientos: solano, del Este; ábrego, del Oeste; cierzo,
del Norte…
LA
ENCOMIENDA DE MIRABEL.- Es uno de los lugares más
citados de Miguel Esteban, en el Catastro del marqués de Ensenada y distintas
enciclopedias posteriores, que aprovechan los datos del Catastro. La Encomienda de Mirabel o Monte de Mirabel se localiza entre el camino del Quintanar y el Camino de las
Pueblas (de Almoradiel y de don Fadrique), y los montes de El Coto y de El
Chaparral.
EL POZO DEL MORO.- Tiene otro nombre, también muy sugerente: El pozo del villar del moro, dando a entender que en la
zona había un villar propiedad de algún moro. El nombre encierra toda una
historia, una magnífica ficción… o realidad. Porque hay un pozo, en un lugar
llamado Villar del Moro. Pero junto al pozo no hay ningún villar conocido de
ningún moro… El pozo del moro se localiza en la carretera hacia Quero, a la izquierda,
siguiendo un camino rural, a poco más de un kilómetro.
En
la cartografía del servicio Geográfico del Ejército, escala 1:50.000, aparece
lo que debe ser el Casón de
Villaviciosa: un
área formada entre las carreteras que llevan a Quero y Alcázar de San Juan, en
el Suroeste. En la hoja cartográfica nº 688 se advierte un nutrido grupo de
señales que indican la presencia de casas agrupadas y pozos: coincide, más o
menos, con el número de casas que se citan en la Enciclopedia de
Pascual Madoz. Desde esa zona hay dos caminos vecinales que conducen a Miguel
Esteban. Uno de ellos tiene el nombre de Camino del Villar del Moro, que enlaza con el Camino del Pozo. En esa misma hoja aparece
también un lugar con el nombre de Pozo de Mirabel: se llega siguiendo un camino
vecinal que hay antes de llegar al cementerio municipal de Miguel Esteban.
LOS BURGOS DE LA PAZ.- Es un nombre desconcertante, de origen desconocido. Entre los
distintos significados de la palabra burgo, el que más se podría ajustar sería “barrio
o arrabal constituido por inmigrantes de una misma procedencia” (Diccionario Seco). El lugar se
ubicaba a “medio cuarto de legua” (más o menos un kilómetro), en el camino que
va a La Bermejuela. Es posible que fuera uno de los
núcleos originarios de Miguel Esteban, el barrio extramuros donde se asentaron
los “inmigrantes” árabes procedentes, por expulsión, de Andalucía o Levante,
que acabarían mezclándose con la población migueleta de intramuros, formada por
colonos y “conquistadores”.
LA
ERMITA DE SAN ISIDRO.- En el Diccionario geográfico... de Pascual Madoz, editado en 1848, se citan dos ermitas arruinadas, dedicadas a San Sebastián y Santa Ana,
respectivamente, ubicadas en las inmediaciones del pueblo, junto al Camino que
lleva a La Puebla
de Almoradiel (no hay actualmente el menor rastro de esas pequeñas
construcciones religiosas).
A unos dos kilómetros del núcleo urbano de Miguel Esteban, siguiendo la carretera hacia El Toboso, sobre un cerro de 690 metros de altura, está la ermita de San Isidro, totalmente
remodelada en su configuración externa, con elementos añadidos poco
afortunados. Sobre la ermita, lugar de culto para católicos en fechas muy
determinadas, hay poco que decir y menos que escribir: una pequeña nave,
construida dentro de las normas y cánones para este tipo de edificios religiosos,
de perfil rural. En su interior, decorado con sobriedad, no hay nada reseñable.
En el paraje donde se ubica la actual ermita, una pequeña y suave elevación, han instalado mesas para meriendas de romerías; y construido cuatro molinos de viento… quizá pretendían recuperar los cuatro molinos citados en el Diccionario geográfico de Pascual Madoz (sacó los datos del Catastro de Ensenada), aunque esos molinos de viento son copias muy poco afortunadas: cuatro cirotes que ni siquiera se ajustan a las medidas reales. No se han construido con los materiales tradicionales, no tienen los mecanismos propios de los ingenios eólicos… Los cuatro molinos de viento, que no valen ni para moler el trigo o instalar un pequeño museo, aunque pretenden dar un perfil manchego a Miguel Esteban, sólo ofrecen una estética tan palurda como desafortunada.
En el paraje donde se ubica la actual ermita, una pequeña y suave elevación, han instalado mesas para meriendas de romerías; y construido cuatro molinos de viento… quizá pretendían recuperar los cuatro molinos citados en el Diccionario geográfico de Pascual Madoz (sacó los datos del Catastro de Ensenada), aunque esos molinos de viento son copias muy poco afortunadas: cuatro cirotes que ni siquiera se ajustan a las medidas reales. No se han construido con los materiales tradicionales, no tienen los mecanismos propios de los ingenios eólicos… Los cuatro molinos de viento, que no valen ni para moler el trigo o instalar un pequeño museo, aunque pretenden dar un perfil manchego a Miguel Esteban, sólo ofrecen una estética tan palurda como desafortunada.
Los cinco molinos de Miguel Esteban
se localizaban –según el Catastro de Ensenada– en las afueras del pueblo, muy
próximos al cruce de las carreteras de Quintanar de la Orden y La Puebla de Almoradiel, en el
llamado Altillo de San Cristóbal, para aprovechar los vientos del Este y del
Oeste, del Norte y del Sur.
LOS CHARCONES.- El término municipal de Miguel Esteban se localiza
en la cuenca formada por los ríos Záncara y Cigüela, de muy pobre e irregular
caudal a lo largo del año. La hidrología esta condicionada por la poca lluvia,
por el elevado índice de evaporación-transpiración
y por la pérdida de agua por
infiltración. En las cabeceras de los ríos se desarrollan lagunas
permanentes o estacionales cuyas aguas quedan atrapadas en depresiones o cuencas.
Los Charcones se localizan a unos 2 kilómetros
de Miguel Esteban, en dirección sudeste. Se halla flanqueada al norte por la carretera Miguel
Esteban-El Toboso, utilizada como acceso. La laguna se
asienta sobre una llanura, a una altitud no superior a los 600 metros sobre el
nivel del mar. Se encuadran dentro de las lagunas del tipo clorurada, con
abundante vegetación. Estas masas de agua resultan ventajosas para las aves
acuáticas, un buen refugio con vegetación palustre y halófila. Tienen la fauna propia de La Mancha húmeda, aunque su
verdadera importancia está en el gran número de especies de aves que concurren
en la zona.
[1] Obra citada.
[2] Se avisó con tiempo suficiente: la “burbuja
inmobiliaria” acabaría explotando, porque los precios de venta eran un
auténtico disparate. Nadie quiso hacer caso: todos miraron hacia otro lado: acabaron
reventando el mercado. Ahora, todos pagamos las consecuencias de los desafueros
de los políticos, constructores, banqueros, recalificadores de suelo…
[3] En el mismo artículo, de la Enciclopedia de
Pascual Madoz, se indican, extraoficialmente 2.200 habitantes, de 480 familias
(una media de 4,6 hijos por unidad familiar). Estos datos no son fiables.
Aumentar artificialmente la población debían tener otros fines: ¿subvenciones?
[4] Dato obtenido del Instituto Nacional de
Estadística, consultado en el 2003, que diferencia población de hecho y
población de derecho, hasta el cambio legislativo de 1996, que elimina la distinción
entre poblaciones de hecho y de derecho.
[5] Según el INE, la población era de 2.828
habitantes.
[6] Es un dato muy poco fiable. España había
finalizado su Guerra Civil un año antes. No estaban en condiciones de hacer un
censo fiable. El número de muertos en los frentes de guerra y asesinados en los
pueblos era muy importante. No debe darse por buena la cifra.
[8] La secuencia y aumento de población no es normal.
Debe haber algún dato erróneo en los Anuarios. Tampoco especifican si la
población es autóctona, es de otros pueblos, o el censo incluye población
extranjera.
[9] Información obtenida del nº 3 de la revista Punto de Encuentro (páginas 50 y 51), editada por la Concejalía de Cultura
del Ayuntamiento de Miguel Esteban.
[10] Un esquema de los molinos manchegos, según G.
Chaves, con enumeración de todas sus partes y piezas se encuentra en la página
939 (volumen IV) de Los pueblos de España, de Julio
Caro Baroja. Obra citada en este libro, en la página 22.
[11] Memoria de Cosas. Signos y señas de identidad
de Castilla – La Macha, de José Rivero (página 45). Celeste Ediciones. Colección Biblioteca
Añil. Madrid 1999.
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