TEJIERON UN ENTRAMADO DE FALSAS MUERTES
PARA ROBAR Y VENDER NIÑOS RECIÉN NACIDOS
La novela
ofrece un catálogo de las trabas con que la “Justicia”, la Iglesia y la
Administración protegen todavía, en nuestros días, la impunidad de quienes,
amparados en su oficio de médico o comadrona; y en una malsana forma de
entender la religiosidad y la decencia, pero espoleados por menos nobles
intereses crematísticos, tejieron un entramado de falsas muertes de bebes y de
remuneradas adopciones, bajo la cobija del régimen político y clerical
imperante
∆
Como un niño perdido me he sentido yo leyendo muchas páginas
de la nueva entrega de las aventuras de Tadeus Kunz, el peculiar detective creado
por Pablo Torres, al hacer mía la impotencia de los investigadores para penetrar
la densa telaraña de intereses que oculta la trama criminal orquestada para el
robo de niños durante los últimos años del franquismo e incluso ya avanzada la
Transición.
En “El laberinto de los niños perdidos”, nuestro protagonista
sigue al frente de la agencia de detectives que creó tras renunciar a su
profesión de arquitecto y asume ahora el caso de la búsqueda de la verdadera
identidad de la madre de un hombre, adoptado por una familia desde su
nacimiento, que sospecha haber sido un “niño robado”.
Más que suspense, la novela ofrece un catálogo de las trabas
con que la “Justicia”, la Iglesia y la Administración protegen todavía en
nuestros día la impunidad de quienes, amparados en su oficio de médico o
comadrona y en una malsana forma de entender la religiosidad y la decencia,
pero espoleados por menos nobles intereses crematísticos, tejieron un entramado
de falsas muertes de bebes y de remuneradas adopciones, bajo la cobija del
régimen político y clerical imperante.
Eduardo, el socio de Kunz, y su empleada, Laura, mantienen un
amplío protagonismo en esta nueva novela, lo mismo que las dos mujeres en que
se debaten los afectos de Tad: Emma e Ivana. Aunque en esta nueva entrega habrá
novedades en torno a este duelo.
También está presente la original mecánica investigadora del
detective, inspirada en la cinta de Moebius (“una polea sin fin, pero de una
sola cara”), aunque en esta ocasión el recorrido lleve siempre al punto de
partida: la cerrazón de los ficheros y de sus guardianes.
Al llegar a la última página nos asoma la curiosidad de
conocer en que vericuetos se adentrará Tadeus en la siguiente entrega de la
saga. Quedamos a la expectativa.
José Julio Rodríguez
Madrid, 19 de abril de 2017
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