miércoles, 27 de agosto de 2014

VICENTE GINER, EL ÚLTIMO EDITOR ANARQUISTA




ENTREVISTA [Publicada en Carta de España Nº 442. Febrero 1991. Págs. 12 y 13]

Vicente Giner:

“CREO QUE SOY EL ÚLTIMO EDITOR

INDIVIDUAL QUE QUEDA EN EL PAÍS”


Valenciano, republicano, editor, Giner es un archivo viviente de nuestra historia cultural y política. Es de los que no se casa con nadie y le gusta llamar a las cosas por su nombre, aunque moleste. La edad no le ha quitado lucidez ni rebeldía.

Vicente Giner nació en Valencia, pero es en Madrid, cerca de la Plaza de Isabel II, donde tiene su editorial, y en ese mismo casco antiguo, donde se encuentran las librerías de viejo, donde tiene su vida. Sus opiniones sobre el mundo del libro y la política son corrosivas, peo él es así, enérgico e individualista.
            “Llevo 36 años como editor y 50 en el mundo del libro. Creo que soy el último editor individual que queda en el país, los demás son apoderados, hijos y gerentes. Yo soy individual, capaz de llevar libros a las librerías si tengo un montón. Jamás he tenido asesores literarios y he fabricado casi todos los libros que he publicado, me los he autodirigido y creo que eso tiene un mérito. Tengo libros, pero no dinero, aunque en este oficio nadie tiene dinero”.
            –¿Por qué se dedica a los libros?
            –Por la guerra civil, porque los que la perdimos teníamos que hacer algo para ganarnos la vida, y yo no tengo ninguna vocación de ser empleado del Estado, ni de la provincia, ¡ni de nadie! Empecé vendiendo libros a particulares y ahí nació mi vocación como editor. Edito libros de otros, pero que invento yo. Nadie ha venido a traerme un original, yo los encargo. También he reeditado libros antiguos, como el “Madoz” o “La historia de la montería”, pero todo lo que es moderno me lo he inventado yo.
            –¿Es una experiencia grata ser editor?
            –Es una aventura, una tenacidad y una vocación, porque yo tenía que estar jubilado. Es una experiencia grata si uno está mentalizado; es ingrata porque no da dinero, pero da más satisfacción y más vanidad poder decir que uno es editor antes que comerciante de corcho o carnicero. Da esa satisfacción y que tienes más acceso a la sociedad con una tarjeta de editor que de carnicero.
            –Usted siempre ha tenido a gala ser un hombre libre, de hacer y decir lo que ha querido y sobre quien ha querido…
            –He procurado no ofender a nadie, pero ser libre tiene un precio, porque el mundo está lleno de compadres y de horteras, y se cobijan unos a otros y se dan alcoba. Yo no me he dado a nadie.
            –Le acusan de ser agrio, de tener mal carácter…
            –Eso es mentira. Quieren que sea contemplativo y yo no soy contemplativo ante nadie. Es muy habitual en España que se hable bien de los amigos, aunque sean tontos; y se hable mal de los que no son amigos. Es una injusticia y lo que hay que hacer es decir: no es amigo mío, pero tiene talento. Pero eso no es corriente: en España se compadrea, se “alcaponea”.
            –Esa afirmación es muy fuerte…
            –No hay espíritu de justicia. Es así. Aquí reina la mediocridad. Yo recuerdo a personas, y no doy nombres porque han muerto, que les llegó la popularidad treinta años después de morir, y me carcajeo de esa gente que ha pasado como patriarcas de las letras españolas.
“Ser editor es una aventura, una tenacidad y una vocación,
porque yo tenía que estar jubilado. Es una experiencia grata
si uno está mentalizado; es ingrata porque
no da dinero, pero da más satisfacción
y más vanidad poder decir que uno es editor
antes que comerciante de corcho o carnicero”.

            –¿No ha pensado en escribir sus memorias?
            –En el homenaje que me dieron el año pasado por mis cincuenta años de profesión, José Ortega Spotorno dijo que volvería a ser editor si yo me comprometía a escribir mis memorias, pero no lo voy a hacer, porque yo no sé contar mentiras y saldría mucho burro que no lo sabe.
            –¿Hay muchos tópicos… muchos olvidos tal vez?
            –Totalmente. Le puedo hablar de cuatro o cinco personas que no tienen traducción al mundo, como el creador de la Enciclopedia España, que fue albañil y repartidor de novelas por entregas. El autor de una obra inconclusa: la Enciclopedia de García Carranza, de Heráldica, que trabajó durante 45 años y publicó 48 tomos, viajando por América él y la enciclopedia. Eso es único.
            –Y a usted, ¿cómo se le puede valorar dentro del mundo editorial, como un fenómeno raro?
            –No. Nada de fenómeno raro. Soy un hombre que tiene como vocación el libro, que no tiene como vocación el dinero. Y por eso siempre he hecho lo que me ha dado la gana.
            –Pero eso no se perdona.
            –No es que no se perdone, es que se envidia.
            –¿Cómo es su relación con los libreros?
            –Hombre, los libreros en el fondo son comerciantes que tienen cierta devoción por el libro, pero la tienen más por el comercio; y como es un comercio pobre, siempre están piando. No quieren arriesgar nada y muchas veces creen que porque te venden un libro, tú, como editor, te salvas. Y el editor se salva cuando vende de mil en adelante y punto.
            –¿Tiene algún libro de cabecera, alguna obra con la cual se identifique?
            –Ninguno y todos. Yo tengo 8.000 volúmenes en mi biblioteca, mi oficina parece una librería de lance, pero no tengo libro de cabecera.

“Los libreros en el fondo son comerciantes que
tienen cierta devoción por el libro, pero la tienen más
por el comercio; y como es un comercio pobre,
siempre están piando. No quieren
rriesgar nada y muchas veces creen que porque te
venden un libro, tú, como editor, te salvas”.

            –¿Cómo ve usted el mundo editorial actual?
            –La verdad es que yo tengo poca relación con los editores, salvo con alguno modesto que empieza, ni soy de la Cámara del libro siquiera, porque cuando pedí entrar se me dijo: “Haga usted una instancia y dentro de dos meses le contestaremos”. Y yo les dije que entonces llevaba veinte años en la profesión y que automáticamente debería estar asociado… pero no. No soy de la Cámara y esa cuota que me ahorro.
            –De puro independiente…
            –Es que a mí cuando me ponen un obstáculo en una cosa que no me es indispensable, siempre digo que todo lo caro sobra.
            –Esa filosofía tiene hoy poco éxito…
            –Pues claro, todos van a ver si les dan un carguito y hacen un discursito y algo así.
            –Entonces podemos decir que el editor vocacional ha desaparecido…
            –Sí, sí. Ha desaparecido como el relojero, como casi todas las profesiones. Vivimos en una sociedad de multinacionales, de grandes empresas, de ejecutivos, y el editor individual, como yo, desaparece, como todo individualismo. La gente busca seguridad y la seguridad se cargó el individualismo. Yo, si me mantengo como estoy, no pienso jubilarme. Renuncio a la pensión.

“Cela es un escritor y el Nobel es un premio que dan
personas. El señor Cela se ha trabajado
todo esto con una tenacidad gallega y lo quería
por vanidad y por el dinero. Lo del Nobel
lo está explotando como un invento de magia”.

            –Cambiemos de tema. ¿Cree que hay buenos novelistas en España?
            –Pues la verdad, no lo sé. Yo leo pocas novelas y no es que me haya quedado con Baroja. Me he quedado con Sender, con Carranque de Ríos y con esa generación que podríamos llamar de la dictadura.
            –En esa generación se pueden incluir nombres como Camilo José Cela o Rafael Sánchez Ferlosio. ¿Qué piensa de ellos?
            –Cela es un escritor y el Nobel es un premio que dan personas. El señor Cela se ha trabajado todo esto con una tenacidad gallega y lo quería por vanidad y por el dinero. Lo del Nobel lo está explotando como un invento de magia. En cuanto a Sánchez Ferlosio, éste sí que escribía bien. Yo leí su primer libro “El Jarama”, cuando fue premiado; después no le he leído, pero escribía muy bien. Tenía capacidad de observación, cosa que no tiene Cela.
            –Entre los libros editados por usted hay obras excelentes, pero seguro que alguna habrá que le hubiera gustado editar y no lo hizo…
            –Solamente me hubiera gustado editar dos libros: “El viaje por España”, de Laborde; y “Los monumentos de España”, de Villa-Amil[1], que son libros que hoy se cotizan a millón y medio los pocos ejemplares que quedan. Pero creo que nunca los editaré, ni asociado con un banco. No, porque el banco eso no lo vería.

Pablo Torres
Foto: Diego Martín

NOTAS SOBRE LA ENTREVISTA:
Estaba en la Librería de La Escalinata, en Madrid, con mi buen amigo Diego Martín. Llegó don Vicente Giner y empezamos a hablar. Y decidí entrevistarle para Carta de España y para Noticias Bibliográficas. Don Vicente, entrado ya en muchos años, tenía ganas de hablar; aunque no se atrevió a decir todo lo que le hubiera gustado decir. Sabía que estaba en España, un país que no tolera la inteligencia; un país donde la mediocridad y sus mediocres dan miedo...
            Fuera de micrófono sí que despotrico contra todos esos “intelectuales orgánicos” de pasado republicano, que se pasaron al franquismo y que, con la recuperada democracia, se presentaban como “demócratas de toda la vida”. Tuvo palabras muy duras contra Camilo José Cela, del que lo más suave que dijo era que todo lo que escribía eran astracanadas de mal gusto; y contra Pedro Laín Entralgo, del que afirmó literal y contundentemente: “Ese es un traidorzuelo de los que iban a El Pardo al besamanos de Franco”.

“Es muy habitual en España que se hable bien
de los amigos, aunque sean tontos; y se hable mal
de los que no son amigos. Es una injusticia
y lo que hay que hacer es decir: no es amigo mío,
pero tiene talento. Pero eso no es
corriente: en España se compadrea, se “alcaponea”.

En su momento no quise ponerlo en la entrevista, por ser palabras que dijo fuera de micrófono. Y hay que respetar la voluntad del entrevistado, sin traicionarle. Hoy, desaparecidos los mencionados –excepción de Ferlosio– entiendo que puede y debe decirse.
            Especifico que no tengo la grabación de la entrevista, como no tengo otras grabaciones con otros muchos personajes de mérito. Muchas de las grabaciones las he extraviado o perdido: no he sido muy cuidadoso con ese material documental, quizá porque nunca pensé que mis entrevistas pudieran atravesar el tiempo o interesar a alguien en el futuro. Siempre me he preocupado en hacer mi trabajo bien, al margen de posteridades.
            Espero y deseo que la entrevista sea de utilidad para algunos lectores, bibliófilos o bibliógrafos, curiosos en general. La cultura en España no interesa a demasiada gente. Lo que me dijo don Vicente Giner hace 23 años puede decirse de la España actual: apenas hemos cambiado, o hemos cambiado a peor: sólo hay que echar un vistazo a la Prensa, digital o en papel. Y un párrafo nos dice que seguimos en las mismas:
“Es muy habitual en España que se hable bien de los amigos, aunque sean tontos; y se hable mal de los que no son amigos. Es una injusticia y lo que hay que hacer es decir: no es amigo mío, pero tiene talento. Pero eso no es corriente: en España se compadrea, se “alcaponea”.

Pablo Torres
Madrid, miércoles 27 de agosto 2014.




[1] Jenaro Pérez Villa-Amil.

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