Siete de irlandeses de la Peter Daly Society,
que habían participado en la Sexta Marcha Memorial Batalla del Jarama, visitaron
distintos puntos de Madrid, centrándose en El Rastro, un espacio que les resulta
fascinante.
Con Steven Mc Caan, Wally Doyle, Tom Redmon, Chris "Thatcher" Carey, Eoin Redmon, Peter Brown y Chris Carey, de la Peter Daly Society, junto a Robert Green Bally, iniciamos el
recorrido en la zona de Atocha, con una parada en la estatua erigida a los héroes del Caney,
500 soldados españoles en Cuba, en el Fuerte de El Viso, que combatieron
durante diez horas soportando los ataques de 7.000 soldados norteamericanos.
Los soldados españoles resistieron los avances de las tropas de Lawton, hasta
que se quedaron sin municiones.
Los irlandeses encontraron la vieja Estación del Mediodía en obras.
Madrid es una obra eterna, como si hubiera alguna maldición que obligara a
buscar eternamente un tesoro escondido que nunca se localiza. Bajamos por la Ronda de Valencia
hasta llegar a la Glorieta de Embajadores. Les sorprendió que hubiera una Casa de Baños,
donde poder lavarse por unas pocas monedas. Les explicamos que en Madrid hay
otra Casa de Baños en la zona de Cuatro Caminos. Tienen su origen en la
necesidad de lavarse y la falta de agua corriente en las casas de Madrid. En la
puerta de la Casa de Baños se agolpaban inmigrantes, en su mayoría rumanos que
sobreviven en las calles.
En la proximidad de la Glorieta de Embajadores, en la calle del mismo
nombre, encontraron un local con sabor español: Fórmula Nieto´s. Es una taberna de
barrio, auténtica: no figura en las afamadas guías turísticas. Se pueden degustar
desde churros y porras, de buena mañana; a patatas bravas… Irlandeses, patatas
y cerveza: excelente combinación.
Seguimos la Ronda de Toledo, que lleva hasta la Puerta de Toledo, hasta
llegar antes a la Ribera de Curtidores. Es el eje central de El Rastro.
Antes de adentrarnos en ese gigantesco hormiguero internacional multicolor,
saturado de olores, indicaciones para que nuestros amigos llevaran la cartera
en lugar seguro: aunque hay vigilancia con policías de uniforme y de paisano,
los carteristas
forman parte de la fauna propia del rastro. Los carteristas, auténticos
depredadores urbanos, son tipos bien vestidos y educados, dispuestos a ayudarte
en cualquier momento. Su ayuda es la pérdida de tu cartera. Saben elegir a sus
víctimas: en pocas ocasiones se nota que te han desplumado.
Caminamos lento, mirando a esta y a esa tienda: ofrecen de todo, a todo
precio. Son productos de baratillo, de poca calidad, de bajo precio. En un
tenderete, puedes ver toda suerte de cuchillería albaceteña o toledana; en el
de al lado, ropa interior de mujer. No hay orden… o el orden sigue un caos controlado.
Son las leyes de la caótica, ciencia que estudia el orden del caos. A medio
recorrido, los típicos carteles de toros, donde estampar tu nombre: la terna la
forman Jesulín
de Ubrique, John O´Brien y José Tomás… Son los toros y los toreros, lo más
típico de España: hombres-torero, mujeres-morenas celosas. Los tópicos
funcionan. Nuestro amigo Chris … pregunta por esas españolas morenas y
ardientes, celosas, capaces de enamorarte y romperte el corazón… tuvo que
conformarse con una “española” un poco estática, menos pasional.
Una española algo estática, poco pasional
Más tarde llegaríamos hasta la estatua dedicada a “Cascorro”,
apodo de Eloy
Gonzalo, héroe español en la Guerra de Cuba. Está próximo al vértice
donde se inician las calles Embajadores y Ribera de Curtidores, junto a una tienda de nombre muy oloroso: Marihuana.
En las inmediaciones de “Cascorro” hay tenderetes donde comprar uniformes
militares y toda suerte de objetos bélicos. En El Rastro se pueden comprar las
cosas más variopintas.
Avanzamos hasta un poco más allá, para tomar la calle Duque de Alba,
a la derecha, que nos lleva hasta la Plaza de Tirso de Molina, donde conviven dos
mercadillos: uno de flores, y el llamado Mercadillo Rojo, donde comprar toda
suerte de enseñas e iconos de izquierdas, incluidos bustos y pequeñas estatuas
de Lenin o Fidel Castro. El grupo de la Peter Daly Society miró y revisó, hasta
hacerse con algunas banderas y pims, además de otros objetos. Allí hablaron con
uno de los vendedores: está allí más por recordar que por vender. Su padre fue
miliciano de la República y combatió en la Batalla del Ebro. Se emocionó al
saber que hay gente que viaja para homenajear a los que defendieron en España
la libertad y la República frente al fascismo; se emocionó al comprobar que los
demócratas españoles no están solos frente al franquismo rampante que se tolera
en España, o que se glorifica en los rótulos de las calles que les dedicaron
durante la dictadura, que perviven en miles de pueblos y ciudades de España.
Albert Pla nos lo recuerda: "Tu vida es una puta mierda y lo sabes"
En una de las paredes, un cartelón publicitario anunciaba una obra del
supuestamente genial Albert Pla, en el Teatro Fernando de Rojas, del Círculo de Bellas
Artes: Tu
vida es una puta mierda y lo sabes. Tampoco es ninguna genialidad decir
lo que todos sabemos: (los capitalistas) han hecho de nuestras vidas una puta
mierda. Pero no tenemos otra y luchamos por sobrevivir.
Volvimos a nuestros pasos por la misma calle Duque de Alba, donde
advertimos que hay un cine porno, con horario de apertura a las 10 de la mañana.
No parecen horas para ejercer la sicalipsis.
Nos adentraríamos esta vez, desde la Plaza Cascorro, por la calle Amazonas,
a la derecha, para después de atravesar una plaza rectangular, bajar por la calle Carlos
Arniches. Es zona de ropavejeros, donde se ofrece mucha quincalla a
precio de oro –mejor fiarse de los vendedores gitanos: no quieren buenos
principios para sus hijos. Sólo reivindican su parte, en función de lo
invertido en la compra–. En esta zona se encuentran los auténticos charlatanes
de feria, hienas de carroña, vendedores de crecepelo para bolas de billar, dispuestos
a embaucarte y colocarte una cámara fotográfica Rollei analógica, de 6 x 6, por
la friolera de 400 euros. Maestros de la estafa, no les rechistes ni les
demuestres que son unos ladrones, porque te la arman. Tienes que dejarte engañar
como un tonto, fingiendo ser tonto, para saciar su avaricia. Este tipo de
vendedores, pícaros sin gracia, no pescan con caña. Pescan con mazo: pican
pocos, pero el que pica… ¡menudo mazazo!
Un poco más abajo, en la misma calle Carlos Arniches, en un tenderete
atendido por dos japonesas diminutas, monedas y billetes de poco valor. Preguntamos
por el precio de un billete de dos pesetas, de la República española. Nos piden
9 euros. Es fácil pensar que han confundido valor y precio. No sabemos si es
que había que regatear, haciéndonos los ofendidos, para obtener un mejor
precio, distinto de su valor; aunque sí sabíamos que un billete como el visto,
en mejor estado, en la Plaza Mayor de Madrid, donde los domingos instalan un
mercadillo de sellos y monedas, se podía adquirir por 3 euros. La calle Carlos
Arniches, que tiene un importante desnivel, desemboca en una plaza, pegada a la
Ronda de Toledo, remodelada con exceso de granito: el alcalde Ruiz Gallardón
–el peor alcalde de Madrid, en toda su historia, de la derecha más derecha: sus
obras tan faraónicas como poco funcionales, ha dejado a los madrileños una
deuda de varios miles de millones– ha puesto demasiado granito en toda la
ciudad. En esa plaza se concentran los cromeros, vendedores y cambiadores
de cromos; los libreros de viejo, los herramienteros… por estar, están hasta grupo de
cantores latinoamericanos que piden por la salvación de las cándidas almas
descarriadas: aunque muchos no somos borregos de ese rebaño que huele a
incienso, no pertenecemos a esa grey.
Miramos en el reloj para comprobar que habíamos superado el mediodía.
Nuestros cuerpos pedían descanso, reponer fuerzas. Caminamos hacia Formula Nieto´s,
en poquito más allá de la Glorieta de Embajadores, donde nos esperan unas
deliciosas raciones de patatas bravas y unas cuantas jarras de cervezas.
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