Los ataques a la libertad y contra el Arte, desde los sectores más ultras de la derecha franquista, son preocupantes. Dos ejemplos ilustran el consentido avance de la intolerancia de los totalitarios, enemigos de la libertad y la democracia: el ataque a la Fresh Gallery, situada en el Barrio de Salamanca, donde se exponían fotografías del cineasta Bruce Labruce, con el lema Obscenity; y la amenaza de denuncia contra el artista Eugenio Merino, que presentó en Arco 2012 Always Franco, una escultura del sanguinario dictador dentro de una máquina frigorífica de vender bebidas.
Los franquistas soportan a duras penas la libertad, una libertad que cercenaron en 1936 tras un golpe de Estado y una guerra civil. Los franquistas mantuvieron en España una brutal dictadura durante 40 años, durante dos generaciones. Con la recuperada democracia, a partir de 1982, aprovechándose de la democracia, incluso crearon una Fundación Francisco Franco para preservar el buen nombre del criminal dictador (A nadie en Alemania se le ocurriría crear una Fundación Hitler, ni sería permitida legalmente). Y un representante de esa “Fundación”, Jaime Alonso, anunció en distintos medios de comunicación que estudiarían emprender acciones judiciales contra el artista Eugenio Merino por exponer en ARCO 2012 su obra “Always Franco”. No sería de extrañar que, aunque no puedan, presentaran la denuncia en el Tribunal Supremo, donde distintos jueces franquistas podrían dar cobertura a esa fundación de extrema derecha; como han dado cobertura al seudo-sindicato Manos Limpias, contra el juez Garzón por atreverse a investigar los crímenes del franquismo.
El ataque a la Fresh Gallery con un cóctel molotov y otros envases explosivos es más que preocupante, porque ha conllevado la violencia ultra, la violencia de los fanáticos dispuestos a cualquier barbaridad o asesinatos. Una de las fotografías de la muestra era la de la cantante Alaska y su marido, Mario Vaquerizo, poco sospechosos de pertenecer al Partido Comunista. La imagen recreaba La piedad y esa imagen ha sido causa del despido fulminante del señor Vaquerizo, que colaboraba con la COPE, la emisora de radio propiedad de la iglesia católica, que apoyó la dictadura de Franco.
Es la realidad de España, una democracia de baja calidad, tolerante con los intolerantes y totalitarios: siempre Franco, always Franco.
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