Todos los jueves del año, por la tarde, haga frío o calor, truene, granice, llueva o nieve, están en la Puerta del Sol de Madrid (España). Son familiares de las víctimas del franquismo, de las víctimas de la represión de la dictadura. Dan vueltas y vueltas, alrededor de la estatua ecuestre de Carlos III, el rey-alcalde.
El lema de la pancarta de los familiares de víctimas del franquismo, que abre su pacífica protesta lo dice todo: "Contra la impunidad. Solidaridad con las víctimas del franquismo". Son cien, o quizá doscientos, aunque representan a miles y miles de familiares que tienen los restos de sus abuelos, padres, hermanos en fosas comunes, donde fueron enterrados tras ser asesinados en 1939 y años posteriores, por haber defendido la libertad y la democracia de la segunda República.
Y a cada vuelta una parada ante el edificio de la Comunidad de Madrid, donde antes estuvo la temida Dirección General de Seguridad franquista, un centro de detenciones ilegales y terror. La dictadura luchaba contra la libertad y la democracia recurriendo a la violencia y a la tortura, recurriendo a los tribunales políticos de orden público. Y los manifestantes lo cuentan: “En esta casa, se torturaba; en esta casa, se asesinaba… Y ahora es, la cueva del PP; y ahora es, la cueva del PP”. Y vuelvan a dar otra vuelta, eterna noria que recuerda y recuerda, sin descanso, a las víctimas.
Hay manifestantes viejos, muy viejos, testigos directos de aquel horror de postguerra; los hay de mediana edad, nietos de aquellos republicanos que defendieron la libertad y la democracia; los hay jóvenes y muy jóvenes, recién incorporados a un movimiento de derechos civiles que reclaman los que es justo y que debería haberse resuelto en la Transición política de la dictadura a la democracia. Pero la cuestión no se abordó, para no molestar a las derechas: “No es el momento, hay que buscar la reconciliación” –se dijo.
En su marcha circular, unos llevan retratos de sus abuelos o padres, con sus nombres, con el nombre de la localidad donde fueron asesinados o desaparecidos; otros exhiben con orgullo la bandera tricolor de la República , emblema de libertad y democracia; otros acompañan y dan vueltas y vueltas: piden justicia de verdad, universal; defienden al juez Garzón, procesado injustamente en tres procesos tan ridículos y absurdos como artificiales…
Es una vergüenza universal para España tener miles de fosas, repartidas por todo el territorio, con más de 140.000 asesinados a partir de marzo de 1939, a los que se les negó hasta un entierro digno. Es una vergüenza universal que haya miles de familias buscando los restos de sus padres, hermanos, sobrinos, primos, para poder hacer el necesario duelo y enterrarles con la dignidad que se merecen. Pero la mayoría de los jueces españoles del Tribunal Supremo, politizados y derechizados hasta la nausea, deudores de los políticos que les han aupado hasta su puesto, insensibles al dolor de las víctimas, miran hacia otro lado, o se carcajean, o procesan al único juez, el juez Garzón, que ha tenido la decencia de iniciar la investigación de los crímenes del franquismo, acusándole de prevaricación: ¡qué monstruosidad!
La noria solidaria que reclama Justicia contra la impunidad de los crímenes del franquismo –la pasividad o miedos del Gobierno socialista a la derecha es irritante: no se atreven a casi nada, para no molestar a los chicos de Aznar–, provoca toda suerte de reacciones en las personas que transitan la Puerta del Sol. Los hay que miran incrédulos, sin entender que ha costado mucho poder manifestarse sin ser reprimidos violentamente por la Policía ; los hay necios, provocadores que comentan que con Franco estábamos mejor, aunque desconocemos en qué estábamos mejor; los hay muy jóvenes, que retratan la protesta con sus cámaras digitales… los turistas se sorprenden: nadie les ha informado que en España una guerra civil y que tras esa guerra fraticida, los franquistas vencedores actuaron como brutales genocidas dispuestos a erradicar la libertad y la democracia en España.
En suma: los jueves, Memoria Histórica para recordar que hay más de 140 mil españoles malenterrados en fosas, asesinados a partir de 1939, por defender la libertad y la democracia.
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