Pablo Torres tiene en su bibliografía obras
literarias importantes. Su primera gran obra literaria es “El cuplé de la geisa”, que estuvo precedida por
una narración corta de gran interés: “El hongo de la
sabiduría”. Antes de llegar a “El ladrón de
sueños” escribió “El doncel”, una extraordinaria
historia sobre Martín Vázquez de Arce, doncel de Sigüenza.
Texto: John Cleggan[1]
Extrañas referencias literarias me
llevaron a interesarme por un autor español, Pablo Torres;
y una obra, El ladrón de sueños. El autor aparecía por
Internet, firmando algunos centenares de artículos de bibliofilia, publicados
en una revista especializada: Noticias
Bibliográficas. En
esa publicación leí que presentó una pequeña narración de carácter erótico: En brazos de Carlota, texto inicialmente publicado en “Noticias
Bibliográficas”, en un número especial dedicado a los libros eróticos.
Mis
búsquedas me llevaron finalmente hasta el autor, Pablo Torres, también
periodista y fotógrafo, premio Ortega y Gasset de Periodismo Gráfico 2005, que
suele utilizar un buen número de freudónimos –¿reflejo de distintas personalidades?–,
porque unas veces es Gabriel Argumánez, otras es Patricia Montero; y otras más firma como Esteban Zapata o Hermógenes Ramos… un puro caos a lo Fernando Pessoa.
Pablo
Torres tiene en su bibliografía obras literarias importantes. Su primera obra
literaria, que ha manifestado que no quiere publicar por entender que hay datos
auto-biográficos que serían malinterpretados; por precisar que la obra necesita
de una nueva redacción, no tiene un nombre definido. Su último título
provisional fue Los ojos de María. Su primera gran obra literaria
es El cuplé de la geisa, que estuvo precedida por una
narración corta de gran interés: El hongo
de la sabiduría. El
autor seguiría una línea cervantina de escribir temas muy serios en clave de
humor: “El Quijote es una obra hiperrealista –dice el autor–. Cervantes
escribió muchas de sus obras en clave de humor, para evitar una posible intervención
de la Inquisición, entidad católica que no se andaba con chiquitas y que te
mandaba a la hoguera sin contemplaciones”
Las obras literarias
de Pablo Torres se construyen aparentemente como piezas deshilachadas de
literatura, donde predomina el humor. Hay que dejar claro que Pablo Torres no
pertenece a ninguna tribu o familia literaria: no forma parte de la Literatura
industrial actual, ofrecida como mercancía de consumo por las grandes
editoriales, que venden libros como podrían vender tomates; no forma parte de
la alta burguesía, acaparadora de los resortes económicos para marcar las
líneas culturales. Pero bajo ese aparente humor de sus obras literarias,
subyacen todo un conjunto de críticas a unos sistemas de castas sociales y económicas,
que masacran sin piedad a los ciudadanos medios, que elimina los espacios de y
para la libertad. La libertad y la democracia son quimeras para ingenuos y
desinformados.
Quizá
me adentro en un laberinto, sin dejar un rastro fiable para salir del entramado
de calles que llevan a ninguna parte; pero debo dar alguna información previa
del autor, que también tiene un buen número de obras no literarias,
relacionadas con la historia de su pueblo natal, Miguel Esteban, en La Mancha
toledana; o con propia La Mancha, en sus ensayos. Entre su producción de no
ficción, tres buenas obras: El puchero de don
Quijote (Madrid,
Noticias Bibliográficas, 2005), Extravíos
por La Mancha alta
(Madrid, Noticias Bibliográficas, 2005), Los años oscuros en Miguel Esteban. Represión y fascismo en
Castilla-La Mancha
(Madrid, Ed. Almarabú, 2008).
La
producción menos conocida de Pablo Torres está en sus Cuadernos de Viajes. Mención especial merecen los de mi país,
Irlanda, donde el autor analiza las costumbres de un pueblo con sus propias
señas de identidad, forjadas en su lucha contra el invasor inglés, que les
colonizó y esclavizó. Pero no se pueden olvidar sus textos y fotografías sobre
distintos pueblos de España, en sus viajes de trabajo o de vacaciones. También
son de interés sus Memorias de un
kalamar,
anotaciones de sus experiencias vitales y visión del mundo, iniciadas en 1997;
aunque el kalamar ha evolucionado hacia La hiena hepática, con el hígado afectado por tener que filtrar y depurar exceso de
basura.
La
novela El ladrón de sueños, finalizada en marzo del 2010 y
editada en septiembre de ese mismo año, en una reducidísima tirada de 35 ejemplares,
narra un conjunto de episodios bufos protagonizados por perturbados internados
en un centro psiquiátrico o manicomio. En ese mundo tan cerrado y angustioso,
la realidad no tiene nada que ver con la realidad de las llamadas personas normales
o cuerdas. Los perturbados o enfermos mentales fabrican sus propias realidades,
interpretando el mundo desde su particular óptica, condicionado y contaminado
por influencias televisivas. Mariano Caín Bloody Mary, un tipo chillón, está
obsesionado con liquidar el vaticano; Sidia y Keita, blancos como la nácar,
dicen ser videntes africanos; Juanito HD, un rockero pasado de años, canturrea
todo el día “yo sólo lo hago en mi moto”; Leonardo, infantil en sus actos, es
el hombre invisible que todos ven…
Pablo Torres utiliza
locos, en un espacio cerrado, asfixiante, opresivo, para analizar la
irracionalidad del mundo actual: ¿Están cuerdos los que fomentan guerras para
vender armas? ¿Son normales los que amasan fortunas con el sudor y la sangre de
los obreros? ¿Tiene alguna lógica gastar la vida en un trabajo insano y mal
pagado? La novela es un recorrido, sin concesiones, por la estupidez humana:
ecologismo y cambio climático, absurdas tendencias y modas, fanatismo
religioso, hechicería de baratillo, exagerado culto al cuerpo utilizando
silicona o bótox, presunto arte hecho a brochazos, gastronomía minimalista,
fraudulenta medicina naturalista, tontonovelas televisivas… todo un repertorio
de valores alterados por el capitalismo más salvaje y destructivo: inadvertido,
inadvertible, poroso…
“Cuidado con lo que
escribes, John, que esto es España –me puntualiza, con alguna preocupación–. Si
me presentas como un buen escritor, de producción propia, sin plagiar a nadie,
no tardarán en acusarme de resentido, desconocido, amargado, envidioso,
fracasado… Aquí, si vendes 3.000 ejemplares de un libro, en alguna editorial de
postín, eres un semi-dios, candidato a formar parte de la historia de la
literatura. Pero si eres un coyote solitario, que no le haces la pelota a
nadie, que no te entiendes con los editores porque son unos ignorantes, te
desprecian. No te olvides de que tengo fama de izquierdista, radical e intransigente…
simplemente porque no soporto a los tontos y a los mediocres, aunque son la inmensa
mayoría en este país. Tu artículo me puede elevar a la categoría de los resentidos”.
El ladrón de sueños te hace reír… pero también te hace pensar. Un
capítulo de la novela te lleva a otro… o puedes leerlo como narración corta individual.
Los occidentales vivimos en sociedades aparentemente libres, si nos quedamos en
las fachadas y enunciados. Pero en cuanto rascamos un poco y vemos lo que la
piel esconde, nos asustamos: unos pocos esclavizan a las mayorías, previamente
embrutecidas y alienadas con sistemas educativos sutiles, diseñados para
alienarnos y embrutecernos. Unos pocos, los poseedores de los medios de
propaganda, manipulan la realidad hasta convertirla en una masa de plastilina
moldeable a su voluntad: la realidad es la que te dicen que es, no la realidad
real que ven tus ojos. Te ofrecen son trampantojos, advertidos como realidad
real. Y lo que es peor: no parece haber solución. Las cosas seguirán igual o
peor: dictaduras con apariencia de democracias, minorías económicas
saqueadoras, privilegios y esclavitud, alienación… En "El ladrón de sueños", si
se sabe leer, se explica el mundo actual a partir de la lógica de los locos,
hoy llamados enfermos mentales.
Macroom, pueblo del sur de Irlanda.
Martes 16 de julio de 2013.