jueves, 2 de mayo de 2013

MADRID. PUERTA DEL SOL. Los hombres compro-oro [2]




Ocupan zonas estratégicas de la Puerta del Sol, las bocanas de las calles de la Montera, Carmen, Arenal, Carretas… Repiten hasta la saciedad “Oro, compro oro, pago más”. Son mayoritariamente hombres, de nacionalidades sudamericanas. Están al servicio de distintas empresas, que se aprovechan de las necesidades económicas de las familias en tiempos de (falsa) crisis: “Oro, compro oro, pago más”.
   La frase sobrevuela aquí y allá, insoportable cantinela, entre Bob Esponja y Minnie, la eterna novia de Miki Mouse; entre las estatuas vivientes de fakires suspendidos en el aire y una banda de mariachis que ameniza la tarde, cualquier tarde, con sus sonidos metálicos y voces mexicanas: “Oro, compro oro, pago más”.
   La falsa crisis aprieta y ahoga a los pobres, forzados a malvender sus pocas pertenencias de valor –un valor determinado por el capitalismo– para poder comer y vestirse, para poder vivir. Los hombres compro-oro son una parte de la Puerta del Sol, visibles con sus chalecos reflectantes para que sean más visibles. Son el reclamo para los necesitados, las voces que guían a los que se ven obligados a vender a bajo precio anillos y pendientes, collares y pulseras… oro, oro, oro. Las grandes fortunas se amasan con el sufrimiento de los despojados de sus trabajos y casas, arrebatándoles sin contemplaciones sus pertenencias a bajo precio: “Oro, compro oro, pago más”.