domingo, 23 de octubre de 2011

LOS ÚLTIMOS BRIGADISTAS

En la Universidad Complutense de Madrid se ha inaugurado un memorial dedicado
a las Brigadas Internacionales, en el 75 Aniversario de su creación

Foto: Pablo Torres
El 22 de octubre de 1936, Francisco Largo Caballero, presidente del Gobierno de la República, firmó el decreto por el que se creaban las Brigadas Internacionales, unidades de voluntarios extranjeros. El 8 de noviembre, la XI Brigada entró en Madrid y días más tarde se incorporaba al frente del Parque del Oeste y Ciudad Universitaria para detener los ataques de las fuerzas rebeldes de Mola y Franco. Las huellas de los combates se ven todavía las facultades de Farmacia, Físicas y Matemáticas. 
            El 22 de octubre de 2011 unas quinientas personas se reunieron en la Universidad Complutense, de Madrid, junto al edificio de Alumnos, para asistir y participar en la inauguración de un memorial en homenaje a las Brigadas Internacionales, formadas por voluntarios de los 53 países que llegaron a España para luchar en la guerra civil española contra el fascismo. De los 35.000 voluntarios que viajaron a España, nueve mil murieron en combate o fueron encarcelados.
            El acto, posiblemente el último acto con brigadistas vivos, contó con la presencia de cuatro brigadistas, cuatro supervivientes que combatieron en distintos frentes: David Lomon, de 93 años, que en su intervención gritó el “¡No pasarán!”, repetido una y cien veces por los asistentes al acto; Joseph Almudever y su hermano Vicent, franceses; y Erick Ellmann, de la actual Estonia. Al final del acto, uno de los hermanos Almudever, se arrancó con ¡Ay, Carmela!

Uno de los hermanos Almudever, cantando ¡Ay Carmela". Foto: Pablo Torres 

David Lomon
Procedente del Reino Unido. Tiene 92 años. Manifestó: “El mundo se dio cuenta qué se jugaba aquí”. De su chaqueta sacó su pasaporte español, concedido por el Gobierno el pasado verano, en aplicación de la Ley de Memoria Histórica: “Estoy orgulloso del pueblo español. Soy medio británico y medio español”. Lomon estuvo en los frentes de guerra un año y medio, hasta que fue capturado y repatriado.

Joseph Almudever
Procedente de Francia. Tiene 92 años: “La República no murió, la asesinaron”. Justo como su hermano Vincent. Ambos nacieron en Francia. Uno en Marsella y otro en Narbona. Alistado en el Ejército republicano, fue herido en mayo de 1938. “Y cuando salí del hospital, el 15 de julio, quise seguir la guerra”. Y lo hizo, aunque ya como brigadista, dado su origen galo. Le duele la decisión de los Aliados de no intervenir en España: “La República no murió, la asesinaron. Y la Guerra Mundial no habría existido si se hubiera salvado la República”.

Los cuatro brigadistas: David Lomon, Almudever, Erik Ellmann y Almudever. Foto: Pablo Torres 

Vincent Almudever
Procedente de Francia, 94 años: “Recuerdo el júbilo de la gente por las calles de Madrid cuando llegaron las Brigadas Internacionales, en aquel otoño de 1936. Fueron la salvación de Madrid. Si no hubieran contenido el avance de las tropas franquistas, la guerra habría acabado entonces. Su mérito fue tremendo”. Este combatiente franco-español recorrió todos los frentes. Una valiosa experiencia que ya ha narrado en multitud de conferencias: “Las Brigadas Internacionales demostraron que en el mundo entero hay una simpatía inmensa por la democracia y la libertad que aún perdura. En España se defendía eso. Ese es su valor”.

Erik Ellmann
Procedente de Estonia. Tiene 94 años. Se crió en una familia “revolucionaria” y soñó con sumarse a las Brigadas en cuanto oyó hablar de ellas: se enroló con 19 años. Tras abandonar España, pasó 4 meses en un campo de concentración en Francia. Después se incorporó al Ejército de la URSS, en la Segunda Guerra Mundial: ““Lo importante es que la gente entienda que luchamos contra el fascismo, y que vea que no se puede volver a repetir”.


Foto: Pablo Torres.

domingo, 16 de octubre de 2011

LAS SEMILLAS DEL FANÁTISMO



Los fanatismos son los cánceres de las sociedades democráticas. Alimentan a brutos e ignorantes, a cultos y refinados. Ponen en peligro la convivencia de los ciudadanos libres. Hay fanatismos económico, religioso, político, judicial...

Las semillas del fanatismo son la injusticia y la desigualdad, en las distintas sociedades, que se alimenta con miedo e irracionalidad a partir de dogmas, pretendidas verdades reveladas a unos pocos que dicen ser los representantes de dios, su dios, ante el resto de los humanos. Afecta a ignorantes y brutos, a cultos y refinados. El fanatismo es un cáncer para las democracias occidentales, para los países islámicos (sus democracias no tienen por qué ser iguales a las de Occidente), que se expande ante la indiferencia de los gobiernos y la pasividad de los asustados ciudadanos. El fanatismo no distingue: se da tanto en los países de cultura occidental, como en países islámicos o africanos y asiáticos. Ningún país se libra del fanatismo, que se manifiesta incluso en parcelas deportivas, como el fútbol.
            Los peligrosos fanáticos (de latín fanus: templo) tienen graves desórdenes mentales, provocados por sus propios miedos y dogmas religiosos (irracionalidad y religión: explosivo cóctel). El catolicismo ultra o el islamismo más radical son distintas caras de una misma moneda que alimenta a los más ignorantes o a los más cultos, hasta convertirlos en auténticos psicópatas.
            El último ejemplo del peor fanatismo se ha producido en Noruega, un país con un gobierno laborista (socialista o social-demócrata), con un alto nivel de vida, que no había sufrido ningún acto terrorista desde la segunda Guerra Mundial. En la idílica y civilizada Noruega el fanatismo político-religioso ha llevado a uno de sus ciudadanos, a perpetrar una brutal matanza de civiles. En el trasfondo, ideas fanáticas neo-nazis: racismo, rechazo a los emigrantes, islamofobia…
            El fanático noruego, Anders Behring, de ideología de extrema derecha –¡¡qué no se hubiera dicho y escrito en la Prensa de Occidente si llega a ser de izquierdas!!–, de poco más de treinta años, rubio de ojos verdes; el autor de los bárbaros atentados, es un fundamentalista ultracristiano: un criminal perturbado que ha alimentado sus “ideas” con miedo, irracionalidad y pretendidas verdades reveladas: entre sus obsesiones enfermizas, el socialismo del presidente del Gobierno español, Rodríguez Zapatero; o la ministra Carmen Chacón, “por estar embarazada”. Este psicópata se cree con derecho asesinar a los que tienen ideas políticas diferentes, de izquierdas; se cree con derecho a excluir a otros humanos sólo por el hecho de no ser rubios de ojos verdes, por el hecho de no ser nórdicos. Cree en la superioridad de los nórdicos.
            En España sabemos mucho de fanáticos y fanatismo. El 11 de marzo del 2004, el pueblo trabajador de Madrid sufrió cuatro atentados terroristas, perpetrados por islamistas “iluminados”. La excusa que utilizaron para justificar su barbarie, fue que España había participado en la ilegal invasión de Iraq, por orden del presidente José María Aznar (¡cuidado, otro fanático de la ultra derecha!), entregado a las causas políticas de George W. Bush. Esos criminales islamistas, que contaron con apoyo de delincuentes comunes españoles, ignoraron que el pueblo español rechazó abiertamente la guerra de Iraq: varios millones de personas se manifestaron contra esa ilegal e injusta guerra. Les dio igual: tenían la excusa perfecta para alimentar su fanatismo.
            Las semillas del fanatismo están en las desigualdades, políticas, económicas, sociales, laborales; y en las injusticias, en las arbitrariedades de los sistemas judiciales. Algunos ejemplos pueden ilustrar el crecimiento de los fanatismos en el mundo, dejando claro que España es un país de fanáticos.



FANATISMO ECONÓMICO.- Desde hace unos años asistimos perplejos a la imposición, desde entidades económicas privadas, del capitalismo más brutal y salvaje. Se imponen las tesis de la Escuela (¿?) de Chicago, un centro de estudios norteamericano que defiende el sistema económico capitalista, entendido como el beneficio de unos pocos y la miseria y el hambre de la mayoría de la población mundial. Unos viven en mansiones valoradas en millones de euros y otros en chabolas infectas. Unos comen langosta y beben champán y otros son obligados a comer patatas, cuando pueden comer patatas. Culpan a los que viven en las chabolas y comen patatas de su propia suerte, porque no saben ganar dinero. Por supuesto, sólo tienen derecho a la Sanidad los que tienen dinero. El resto, a sobrevivir como puedan (Darwin en estado puro).
            Ese fanatismo económico, o nazismo económico, respaldado por “agencias de calificación”, que trabajan descaradamente para los especuladores financieros, ha llevado a los países de la Unión Europea a una presunta crisis económica… no es una crisis económica. Es un saqueo perpetrado por los bancos, que los ciudadanos de los países más pobres o con problemas de financiación, tienen que pagar. El delito de unos, lo pagan otros. Hacen su riqueza con nuestro dinero: los gobiernos actúan contra sus propios ciudadanos, defendiendo a los que han causado el problema. Una vergüenza total, una inmoralidad, que cuestiona la democracia y fabrica fanáticos dispuestos a cualquier barbaridad.

FANATISMO RELIGIOSO.- Uno de los pilares del fanatismo, que conduce a distintas psicopatías, es la religión, cualquier religión. La religión proporciona al fanático dogmas, excusas y un armazón ideológico: presuntas verdades reveladas por un ser superior… inexistente, aunque nos dicen que real. Los sacerdotes de ese dios inexistente moldean las “ideas” de los ignorantes, a partir de sus necesidades.
            En España conocemos muy bien el fanatismo religioso de la iglesia católica, una entidad de control social incrustada en el Poder desde hace siglos que obtiene a cambio importantes beneficios. La máximo expresión actual del fanatismo católico en España es Rouco Varela, un integrista, un alto jerarca de la derecha más extrema y extremada. Es el auténtico azote de los “psoístas” del PSOE (el socialismo o la social-democracia son otra cosa), a los que gustoso maltrata sistemáticamente, pese a que los “psoístas” les mantienen sus desproporcionados privilegios económicos (llevados también educación concertada), y de los que obtiene pingües beneficios: hasta les dejan inmatricular propiedades (apoderarse de edificios y tierras por la cara) que no son de su propiedad. La iglesia católica española ideológicamente está o es la extrema derecha: jamás ha defendido una causa noble o justa, jamás ha estado junto a los obreros.
            El fanatismo de la iglesia católica española es defendido con enorme agresividad por los medios de comunicación de la extrema derecha (desde Inter-Economía a El Mundo, pasando por La Razón o ABC), fomentadores de odio visceral contra la izquierda; y por el Partido Popular, una formación política muy, muy conservadora, rayana en lo más extremo de la derecha: hay una sumisión indigna hacia unos tipos que no dejan de ser una secta de parásitos sociales que llevan siglos esquilmando a España y a sus ciudadanos democráticos.

FANATISMO POLÍTICO.- En la realidad política española se ve diariamente los gruesos calificativos que, desde la derecha más integrista, se lanzan contra la izquierda. Hay muchos políticos que dan miedo, aunque hay un trío que provoca pánico y pavor:
Esperanza Aguirre.- La cólera de dios, una mujer muy agresiva y provocadora que culpa de todos los malos, inventados o producto de su maldad, a la izquierda. Su dogma: la salvación está en la derecha. Esta mujerona política fomenta el fanatismo, el odio político.
            Dolores Cospedal.- Fanática de la misma escuela: derecha integrista. No habla: insulta, ofende, acusa sin pruebas. Ha dicho auténticas barbaridades, sin que tenga respuesta judicial: fiscales y jueces miran para otro lado o recurren a la “libertad de expresión” para justificar lo que son insultos soeces, excesos verbales…
            José María Aznar.- Supuestamente retirado de la política, es el gran fanático e integrista de la derecha española, “la derecha sin complejos” capaz de meternos en una guerra ilegal e injusta, como la de Iraq. No soporta que el socialismo esté en el poder y no tiene reparos en denigrar, en sus actos internacionales, a toda España, si consigue echar a los socialistas del Gobierno. Es un odiador nato, que ladra o rebuzna, rebozándose en sus propias miserias: no tuvo reparos en manifestar su islamofobia con la frase “¿Me han pedido perdón los moros por estar ocho siglos en España?”. Aznar, que derrochó un dineral del erario público español para intentar obtener la medalla del Congreso americano, sin que le hayan pedido responsabilidades judiciales, es asesor de Rupert Murdoch, el magnate de la peor Prensa mundial, que recurre a los métodos más sucios e indecentes para vender periódicos.
            Todo el integrismo político, todo el fanatismo político español, es diariamente defendido por una legión de fanáticos y psicópatas, activistas de la derecha más extrema, en distintos medios de “información” de conocidos empresarios de la derecha más extrema: José Manuel Lara, propietario del grupo Planeta; Julio Ariza, del grupo Inter-Economía… En el blog “El ojo izquierdo”, de José María Izquierdo, periodista de El País, se analizan y reproducen diariamente las mentiras, barbaridades y monstruosidades de la extrema derecha, destinadas a fomentar el odio, crear malestar social y la división entre españoles. En esta lista de “cornetas del Apocalipsis”, en expresión de Izquierdo, están los que alimentan el fanatismo filo-fascista que desemboca en monstruosidades: Federico Jiménez Losantos, antiguo militantes de extrema izquierda; Pío Moa, terroristas del GRAPO durante la Transición política, que nunca fue detenido; César Vidal, odiador profesional, homófobo; Carlos Dávila, legionario de la antigua escuela, que se debe desayunar con aguarrás para entonarse; Gabriel Albiac, antiguo supuesto izquierdista; Alfonso Ussía, monárquico muy franquista; Antonio Burgos, señorito andaluz muy propenso a la injuria…

FANATISMO JUDICIAL.- Un sistema judicial democrático es uno de los pilares básicos de la democracia. Si el fanatismo político contamina e invade un sistema judicial, crecerá la extrema derecha y los movimientos políticos más radicales contra la democracia. Jueces atentos a defender la democracia aplican la ley con sentido de justicia (ley y justicia son cosas muy diferentes en las dictaduras… también en las democracias).
            En España, desgraciadamente, hemos visto la contaminación ideológica del Tribunal Supremo, mayoritariamente en manos de jueces de derechas o de extrema derecha. Los casos contra el juez Garzón, montajes artificiales carentes de pruebas (juzgar a un juez por investigar crímenes es como juzgar a un sacerdote por oficiar actos religioso), han desnudado al Tribunal Supremo, en manos de fanáticos, psicópatas e integristas. Porque Carlos Dívar, presidente del Supremo, es un ultra-católico, de comunión con el arzobispo Rouco Valera. ¿Qué crédito puede tener un juez dominado por el catolicismo ultra, que permite procesamientos como los de Garzón, sin ninguna base jurídica o pruebas contra el acusado?
            Los casos contra Garzón –España ha hecho un ridículo internacional, al modo de Franco con los juicios políticos de la dictadura– nos han permitido conocer a otros fanáticos dispuestos a ejecutar las peores acciones anti-democráticas, integristas como Luciano Varela, infiltrado en “Jueces para la democracia”, que demostró ser un juez prevaricador en la instrucción de la causa, buscando dejar en la más absoluta indefensión a Garzón; o Adolfo Prego, un tipo anti-demócrata, que no esconde su pasión por la dictadura franquista. Este muñidor contra Garzón ha dictado recientemente una sentencia que exculpa, disculpa y justifica el neo-nazismo con artificios jurídicos de dudoso contenido democrático (ver artículo de Jiménez Villarejo “¿Es el Supremo tolerante contra el nazismo?”. El País, 22/06/2011). Esa sentencia hubiera sido suficiente en un país democrático para expulsar de la carrera judicial a Adolfo Prego. Pero estamos en España, donde se permite a unos pocos fomentar el odio político, la violencia en sus muchas variantes.
            Si se permite impunemente sembrar odio político, si se mantienen las desigualdades sociales, culturales, económicas y políticas, obtendremos fanáticos psicópatas, integristas como Anders Behring. Hay que hacer algo más que llevar flores a las víctimas.